Al margen de si compartimos las políticas del gobierno de Petro, en algo en lo que quizá coincidamos es en la urgente necesidad de desescalar el conflicto armado y avanzar hacia un punto de equilibrio, es decir, la paz total.
Por supuesto, seguirán situaciones complejas promovidas por quienes han vivido y no conciben otra forma de vida que la guerra. Pero cesar el atronador sonido del mayor número de fusiles, traerá tranquilidad a los campesinos del corredor del Pacífico, comenzando por el Chocó, Valle y Cauca, hasta llegar a la ruralidad de Nariño.
Lo que han vivido millares de campesinos, es el dolor y la zozobra en las confrontaciones armadas.
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En medio del tableteo de las metrallas, nadie puede cultivar la tierra con tranquilidad. Acabar con ese sonido que aterroriza, y poder transitar por trochas, caminos y carreteras apartadas sin ningún temor, constituye un aliciente para pensar qué sembrar.
No hay un espectáculo más desolador que un campesino junto con su esposa y dos hijos adolescentes, en un costado de la Plaza de Nariño, pidiendo para comer y conseguir para pagar una pieza para pasar la noche.
No saben nada de ideologías o motivos que alimentan las luchas de poder o dominio territorial. Lo único que saben, es que hace unas semanas cultivaban en una chagra y ahora soportan la incertidumbre en una selva de cemento a la que no están acostumbrados. Por ellos, nuestros campesinos, la paz total es urgente…
Si usted, después de ayudarlos con comida o un billete, les pregunta qué es la felicidad, sin duda le responderán que la felicidad es estar en la tierra que los vio nacer y de la que salieron huyendo por enfrentamientos que no comprenden, que no comparten y que desean que acaben de una buena vez.
Paz total no debe ser un argumento para generar nuevos enfrentamientos, sino el principio para recobrar la productividad rural del corredor del Pacífico.
@FernandoAlexisJiménez