Nos llegó la Navidad en medio de la pandemia a causa del coronavirus. Pensemos por un momento cómo habría sido el nacimiento del Niño Jesús en medio de la COVID-19, bueno, por aquel entonces habría sido la COVID-A.C.
María le dice a José: Aliste todo para que vayamos al hospital. Ya viene el niño y él no tarda tanto.
El padre putativo de la criatura sale despavorido rumbo al centro asistencial de Nazareth. Al llegar, no lo dejan pasar de la puerta por no tener tapabocas puesto: lo había olvidado.
Volviendo bejuco, le dice a María: No me dejaron entrar, mejor camine para Belén, que allá nos atienden más rápido.
Ensillan el burro, no sin antes rociar alcohol en el lomo, y emprenden el viaje. ¿Quién iba a pensar que en unos años en ese mismo animal Jesús haría su entrada triunfal a Jerusalén o que un burro sería el líder de un país? Camino a Belén, ignoran que hay toque de queda y ley seca, puesto que no había pastores en el camino y los peces del río no estaban bebiendo.
En la salida son alcanzados por una burropatrulla, pero por fortuna ambos son cédula. Continúan.
Llega la noche y ella hace que José busque dónde pasar el resto del tiempo hasta el amanecer. Él, como buen carpintero, acondiciona un establo: une un par de tablas, bota unas manzanas podridas, hace que el buey esté preso unos instantes y que el asno pierda la presidencia.
María se baja del burro por la derecha, menos mal no le pasa nada porque el burro era de izquierda.
Se recuestan a dos metros de distancia uno del otro. A las 3:23 a.m. se le intensifican los dolores, justamente cuando estaban dando los Puros Criollos.
José sale gritando en repetidas ocasiones: Ya viene el niñito.
Regresa acompañado de unos pastores cuando el niño ya había nacido y María lloraba de ternura. Ya la oveja arisca, ya el cordero manso.
Ese mismo día, llegan las primeras visitas: la de Gaspar y Melchor, ambos llegan por el dorado (color que emanaba estrella de oriente).
—Qué pena llegar sin Baltazar, pero lo devolvieron en la entrada porque notaron que se le venció el PCR (Prueba al Camello de Resistencia)— dice Gaspar.
— No hay ningún problema, podemos organizar un webinar— contesta José.
— Tranquilo que todos salimos bien cuando fuimos al urólogo— acota Gaspar un poco incrédulo.
— No. Mejor por Zoom, como no podemos estar más 10 personas juntas, aprovechamos y le enviamos el link a los pastores que venían a adorar al niño, ahí también los podemos recibir con cariño— sentencia José.
Melchor organiza la reunión y hace que apaguen los micrófonos y enciendan las cámaras. María exhibe al niño y el primero en comentar a través del chat es unos de los pastores: ¡Tutaina! Después se excusó: Perdón, quise decir, caretaita.
La reunión es corta y muy alegre.
Ese mismo día, José, María y el dulcísimo niño regresan a Nazaret, por poco y les toca hacer cuarentena, pero ellos, aunque no traían vacuna, si traían la cura a todos los males de la humanidad.