El sábado 13 de diciembre, Enrique Santos Molano, Philip Potdevin y yo, estamos invitados a presentar nuestros libros sobre el complot para asesinar al general Rafael Uribe Uribe con un conversatorio sobre su vida, uno de los colombianos más importantes de nuestra historia. Por equivocación y aprovechando que mi primo Ricardo Torres Tono vive en Villa de Leyva, me fui para el puente del 13 de noviembre. Creía que conocía el pueblo, pero en eventos y en mi condición de funcionaria pública, o sea que no conocía nada.
Cuál fue mi sorpresa cuando además de la maravillosa arquitectura colonial y el incómodo y hechizo empedrado, en la pequeña y paradisíaca ciudad florece un gran movimiento cultural, casi literalmente puede decirse que, no hay restaurante, cafetería o heladería que no albergue una exposición de arte, de fotografías, esculturas, o muestra artesanal; pero entre todo esto lo que más me impresionó, fue La Hoja, una maravillosa biblioteca comunal, surgida del romanticismo y las buenas ideas de Mario Lamo, un bogotano que enamorado de la Villa que se fue a vivir allá. Con ese entusiasmo que lo caracteriza contagió a Gonzalo Bernal, a Fernando Cordovez, y a varios otros amigos como Mario Mendoza, que les cedió el primer local grande, nada menos que en la Casa de Juan de Castellanos, y hay que ver qué sitio.
El más contento debe ser el propio e ilustre varón de las elegías, quien dijo en sus memorias que uno de sus mayores anhelos era ver a la edificación, hoy conocida como Los Portales, en un importante centro cultural. No podía haber mejor inicio que en el sitio diseñado y construido por el gran cronista de la Conquista española en Tierra Firme.
La Hoja nació hace tan solo dos años, ha crecido de manera impresionante, se ha mantenido sin gastar un centavo, solo con donaciones de libros y trabajo voluntario, hoy tiene cinco mil volúmenes, casi treinta voluntarios, mas de mil usuarios y siete sedes, entre ellas tres grandes, la antes mencionada, otra en el Mercado Municipal y una reciente en el Hotel Mesón de los Virreyes.
Ningún usuario tiene que pagar, no se requiere carné, tan solo escribir en el registro el dato del libro que se toma, la fecha, el nombre, firma e identificación del usuario, y la fecha en que se devuelve al retornarlo, se lo puede llevar para su casa hasta por ocho días. Algo muy importante que habla muy bien de los villaleyvanos, es que casi no se han perdido libros, durante este tiempo, menos del 1%, o sea menos de cincuenta libros han desaparecido, dato que demuestra excelentes valores dentro de población, no dudo que reforzados por este proyecto sin antecedentes en Colombia.
Ah… ¿y el material? Hay que decir que de primera, libros muy costosos, muchos de arte en pasta dura, hasta ejemplares en árabe y otros idiomas, legados por un diplomático extranjero, políglota que ejerció en varios países y vivió Villa de Leyva, cuando regresó a su país donó su valiosa biblioteca comprada por todo el mundo. Al recorrer varias de las sedes, pude comprobar que estos versaban sobre todos los temas que se me iban ocurriendo mientras los repasaba.
Emociona además, escuchar los testimonios de los usuarios, niñas y niños, adultos y personas de la tercera edad, que llenan su tiempo con lecturas de muy buenos libros, tanto clásicos como de interés general
Como me gustaría que tuviéramos un Ministerio de la Cultura, que además de cumplir con su función de formar a un nuevo ciudadano, impulsara iniciativas culturales/comunitarias como esta, que aparte de ilustrar a la gente, la forma y brinda el mejor de los ejemplos al resto de la población.
“El milagro aquí es que lo que antes era de uno, ahora es de todos”, me dijo Mario Lamo cuando recorríamos una de las sedes. La Hoja es un excelente ejemplo para replicar, ojalá en todos los pueblos y ciudades de Colombia.
