Se puso de moda entre los líderes uribistas darle la espalda a Duque y criticarlo en público para zafarse de la responsabilidad que les corresponde ante el desastre que ha sido este gobierno uribista que ellos nos impusieron a punta de mentiras, noticias falsas y demás triquiñuelas a las que ellos están acostumbrados.
Darío Arizmendi, aquel periodista que desde su programa radial 6AM por años moldeó la opinión pública de los colombianos en favor de los poderosos, haciendo pasar una plataforma propagandística por un informativo serio, no podía ser la excepción. Él, con su periodismo parcializado, fue fundamental para que Duque sea hoy presidente. Cómo no olvidar aquella entrevista célebre que le hizo al candidato presidencial Gustavo Petro donde no ocultó sus preferencias.
Fue Darío Arizmendi el que deliberadamente evitó que la opinión pública conociera la carnicería y el desastre humanitario causado por la ultraderecha colombiana cuando entre 1995 y 2003 (por medio de los paramilitares) combatieron a la guerrilla y de paso aprovecharon para enriquecerse a costa de millones de campesinos que no tenían nada que ver con aquel conflicto, pero resultaron desplazados, masacrados y despojados de sus tierras.
No fue por 6AM que los cucuteños supieron que los paramilitares habían tomado la zona del Catatumbo, fue por miles de campesinos que de repente aparecieron en los semáforos con sus hijos mendigando una ayuda, como hoy lo hacen los venezolanos. Los monterianos jamás supieron que el origen del crecimiento de barrios marginales se debía a la carnicería ocurrida en los Montes de María por parte de las AUC. Mucho menos sus paisanos en Medellin, en el Poblado, se iban a imaginar que en las comunas se estaban hacinando millones de antioqueños llevados a la miseria, cuyo único pecado había sido vivir y tener tierra en una zona tomada por la guerrilla.
La mitad de este país es de derecha porque los medios de comunicación, a través de los cuales se enteran de lo que sucede más allá de sus narices, se han hecho los de la vista gorda ante los pecados de esta clase dirigente que ha saqueado la riqueza de este país por siglos. Y no es que ser poderoso o rico sea un pecado. Ojalá este país estuviera gobernado por prósperos industriales. El problema es que los ricos y poderosos de Colombia, por lo general, basan su fortuna en la trampa y en la corrupción... y además son compadres de los directores de medios como Darío Arizmendi, que tendrá mucho que explicarle a la justicia divina cuando le pregunten qué hizo para defender al humilde cuando tuvo la oportunidad de hacerlo.
Era un secreto a voces en esa época que el ejército y los paramilitares no solamente estaban combatiendo a la guerrilla en las montañas. Aprovechando el silencio de los medios de comunicación, desplazaron a los campesinos que vivían en las zonas tomadas a la guerrilla a punta de masacres e intimidaciones y se apropiaron de sus tierras. Las más bonitas y cercanas a los centros urbanos las dedicaron al ganado y en las más apartadas montaron el negocio de la cocaína. ¿Por qué Darío Arizmendi nunca le dio espacio a un reportaje que denunciara esa situación en su programa? ¿Por qué de su voz tan cautivadora para los millones de radioescuchas nunca salió una queja? No puede decir que no lo sabía. Hasta yo, que no me dedico al periodismo, conocí esa situación tras indagar en medios no tradicionales.
Señor Darío Arizmendi, usted es uribista, Duque es uribista y este gobierno que nos tocó es uribista. Y ser uribista es ser de derecha. No lo nieguen. No se laven las manos como Poncio Pilatos.