—¡Desquicia y reinarás!
En Colombia han logrado su cometido en un sector importante de la población. Así lo muestran las encuestas, así logra uno percibirlo en las redes sociales y así se nota en el tono frenético de sus dirigentes en cada cosa que dicen.
—De allí que la cosa no nos sorprenda de a mucho.
No obstante, detengámonos en un pequeño paréntesis para hacer una precisión importante.
No estoy diciendo que Petro y su estrategia son irracionales. Todo lo contrario. Estoy diciendo que su estrategia es premeditada y racional. Fríamente racional. Lo que pasa es que consiste en convertir en irracionales a la gente y al debate público. Consiste en que la gente se mueva por pasiones y nunca por razones, de gazapera en gazapera hasta el desquiciamiento final.
La estrategia de Petro es sistemática:
—Que si perdió las elecciones de 2018, fue porque se las robaron.
—Que si hay una protesta social, hay que meterle las Primeras Líneas para convertirlas en caos.
—Que si las Farc asesinan a un líder social, hay que decir que la culpa es del gobierno.
—Que si hay una falla en un hospital, vio, hay que acabar con el sistema de salud corrupto.
—Que si los insumos agrícolas se han encarecido por la invasión a Ucrania, la culpa es de Duque porque le entregó Monómeros a la oposición venezolana.
—Que si dicen que un senador o senadora suyos han hecho parte de la corrupción política, no señor, es porque ahora hacen parte del Pacto Histórico.
—Que si sus opositores están organizándose en la Costa Atlántica, infíltrenlos para demostrar que van a hacer fraude.
—Que si extraditaron a Otoniel, la cosa fue porque querían tapar la verdad.
La lista podría hacerse interminable.
Hay que entender muy bien que estas tácticas no son otra cosa que aplicarle las tácticas de la Guerra Sicológica al ejercicio de la política. En otras palabras, es hacer la política en clave de guerra y no de democracia.
Por eso es tan grave. Porque cuando se concibe la política como ejercicio conspirativo la democracia termina muriendo. La conspiración es, por excelencia, un arma para la guerra, las ideas son, también por excelencia, para la democracia.
También hay que entender otro asunto de la Guerra Sicológica.
Su propósito no se limita a sembrar de irracionalidades a la población. También consiste en sembrar el clima de caos y pugnacidad en la mente de los líderes y las campañas de sus opositores. También se trata de obligarlos a entrar en la dinámica de los insultos que van y vienen, de las refriegas verbales que ayuden a llevar el debate público a grados de conflagración y no de reflexión.
Por eso me parece que Federico, Sergio, Rodolfo, Enrique, John Milton e Ingrid, deberían reflexionar más en sus estrategias de campaña.
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Federico, Sergio, Rodolfo, Enrique, John Milton e Ingrid, deberían reflexionar más en sus estrategias de campaña
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Aunque resulte más que comprensible que cada uno se empeñe en plantear que las soluciones pasan por elegirlos a ellos, lo cierto es que también deben comprender que la verdadera salvación de Colombia pasa por la conciencia de Colombia de salvarse a sí misma. Y para eso Colombia necesita pensar. Pensar con P mayúscula.
Es imprescindible que comprendan que esta no es una elección presidencial cualquiera. Esta vez no estamos ante la sola decisión de quien será el próximo presidente. Esta vez nos estamos jugando el destino de Colombia. Estamos decidiendo si Colombia continúa, contra viento y marea, su destino hacia una nación más libre y democrática o si caemos en una noche penumbrosa de totalitarismo.
Tal como estamos viviéndolo, en la Colombia de hoy, pensar no es una tarea fácil.
Los candidatos deberían proponerse como primera responsabilidad el desafío de contribuir con verdaderas reflexiones, con verdaderas ideas que nos hagan pensar, con pensamientos que tienen que ir mucho más lejos que las consignas, los programas que nadie lee o las reacciones repentistas propias de las dinámicas de los tuits y los debates.
Es urgente que las campañas pasen del marketing a la política. A la verdadera política. A la política que está esperando la Colombia silenciosa que es la Colombia que se salva a sí misma.
Campañas, comiencen por hacerse una pregunta fundamental:
—¿Cómo hacer para que Colombia piense más allá de la algarabía electoral?