"Los colombianos no leen", dicen. Mientras tanto la Feria del Libro de Bogotá recibe ríos de personas que no solo van a pasear, como afirman algunos, sino a comprar libros y a participar de los conversatorios de diferentes autores.
Llama la atención los prejuicios frente a la lectura que tienen muchos. Creen que leer es algo reservado para las élites. Nada más alejado de la realidad. Leer es un gusto y hay que tratarlo como tal.
El imaginario de que las clases bajas y medias solo ven televisión es falso. Hay una realidad en todo esto que debe ser analizada y que, además, le serviría mucho a los futuros dirigentes. La ciudad de a pie existe, lee y así mismo exige.
Los ciudadanos tienen todo que decir y lo dicen también a través de la participación en estos espacios que no son exclusivos.
Da gusto ver una feria del libro llena. Con niños y ancianos haciendo filas para saber más.
Hay que poner atención cuando una sociedad despierta, no sólo a través de redes sociales, sino en estos espacios culturales.
No hay que denigrar lo que se desconoce, hay que escudriñar y encontrar la verdad que va más allá de las charlas de sofá.
Como dijo William Ospina en el lanzamiento de su libro En busca de una colombia perdida: "Estamos cansados de esperarlo todo y de no recibir nada".
Los bogotanos leen.