No recuerdo la primera vez que vi la serie The Big Bang Theory, pero sí recuerdo que quedé enganchado: el personaje de Sheldon es grandioso y la producción a mí, particularmente, me llena de muchas emociones cada vez que la veo. Tal vez porque me gusta la ciencia y porque me identifico con aspectos como el amor por la física, los pocos amigos que tengo, mis compulsiones como repetir palabras o ignorar las fechas religiosas a pesar de la fe cristiana que en casa me inculcaron; de igual manera, tengo estrictas rutinas diarias y mi súper héroe favorito también es Flash.
Indagando más sobre la serie, por el comportamiento que presenta Sheldon Cooper supe que el personaje vive con el síndrome de Asperger. Antes me parecía muy gracioso que siempre golpeara tres veces la puerta del apartamento de Penny o que hubiese creado un robot en el segundo capítulo de la cuarta temporada. Honestamente nunca imaginé ver a alguien hablar como robot que fuera tan bueno en los videojuegos, o que yo pudiera entablar una conversación con una persona diagnosticada con el síndrome de Asperger como Juan, el hijo de mi amiga Carol.
Fue una noche la primera vez que vi a Juan. Me pareció un bacán. Me saludó de una manera muy agradable, con buena actitud. Es un joven bien educado, respetuoso, a quien no se le ve ninguna discapacidad, por el contrario tiene algunas ventajas sobre los demás: una memoria excepcional para lo que le gusta. Vive su día a día como cualquier adolescente de 17 años, que hasta sigue en youtube al tal Germán Garmendia.
Juan habla y se expresa como si fuera un robot: al principio fue la novedad en su colegio, una persona divertida que hace amigos; pero luego fue objeto de burlas porque en nuestro país falta educación para respetar a las diferencias.
La siguiente vez que compartí con Juan fue una mañana, día en el que estúpidamente le pedí que jugáramos Need For Speed a ver quién ganaba. A los 10 segundos me había dejado tan atrás, que ni por el retrovisor me veía. Pero en un acto aún más torpe de mi parte, le pedí cambiar el juego por Crash Bandicoot. Mi entusiasmo nuevamente cayó como un trueno. Quedé como un pendejo cuatro veces.
Por cosas de la vida perdí el contacto con mi amiga Carol. En verdad es una lástima porque me gustaba mucho compartir tiempo a su lado. Una mujer excepcionalmente hermosa, inteligente, optimista, fuerte, apasionada, independiente, sexi, romántica, expresiva, coqueta y trabajadora. Mi amiga Carol es una mujer valiente que tiene una linda familia y por la cual vive día a día su amor incondicional por sus hijos y sacrifica todo por ellos.
Colombia necesita urgentemente educación para respetar las condiciones que nos hacen diferentes. La vida se trata de no herir a los demás y para ello sería interesante una política pública de educación que desde la primera edad escolar propenda por entender y conocer a quienes presentan distintos comportamientos. Tal vez así podríamos construir un país donde en lugar de herirnos podamos compartir afecto y respeto por quienes viven con una condición como la de Sheldon Cooper.