Ante retos globales, soluciones globales, sobre todo en materia de desarrollo sostenible y buen manejo de residuos.
Todo funcionario público, y más que nunca en esta época de “emergencia climática” (como acaba de ser reclasificada la antes llamada “crisis climática”), debe apostar por lo mejor no solo para el conjunto de la ciudadanía, sino para el planeta. Y para ello resulta de gran ayuda saber qué se está haciendo en otros países para copiar las mejores prácticas. Es lo que se llama benchmarking.
En Shanghái, China, por una nueva regulación que entró en vigencia este año, separan la basura doméstica en siete categorías, todas muy bien ilustradas con dibujos, para que la ciudadanía lo haga correctamente.
Como se muestra en las imágenes que ilustran este artículo, las cuatro principales categorías de desechos domésticos son: reciclables, peligrosos, alimenticios y otros residuales.
- Los reciclables se subdividen en papel y cartón (limpios y secos, incluido el tetra pack como empaque compuesto), plásticos (incluido el icopor), vidrio, metales, textiles y cuero, y otros.
- Los peligrosos, en baterías; lámparas y bombillos; medicamentos; pinturas, tintes, barnices y removedor; termómetros; pesticidas y desinfectantes; y películas y rollos fotográficos.
- Los alimenticios, además de los alimentos humanos, incluyen comida para mascotas y residuos de jardinería; mientras que otros residuales incluyen papel higiénico, colillas, polvo y cabello.
Tres categorías aparte son residuos voluminosos (como sofás, colchones, camas o mesas), de construcción (incluidos sanitarios o escombros) y electrodomésticos.
Toda clasificación siempre será perfeccionable, pero la que se muestra en este artículo es un buen ejemplo de cómo educar e ilustrar a la ciudadanía sobre la correcta separación de residuos en la fuente, con dibujos muy elocuentes, que en Colombia resultarían de gran ayuda.
Y esto es particularmente útil en una sociedad como la colombiana, de lento aprendizaje, pues a mucha gente las enseñanzas parecen entrarles por un oído y salirles por el otro y toca repetirle todo varias veces hasta que algo se le empieza a quedar, a diferencia de otros países donde la gente entiende a la primera.
Directivos de la UAESP que avalan malas prácticas de aseo como el despilfarro de bolsas plásticas (supuestamente oxodegradables) en la recolección de la basura y el barrido en las vías públicas, y que han acentuado este problema al permitir la instalación de nuevas canecas por doquier, alegan que debían empezar por algo, separando la basura al menos en reciclable y no reciclable, porque sería muy difícil para la ciudadanía aprender a separarla en más categorías.
Pero si de todos modos, en un futuro no muy lejano, la ciudadanía debe aprender a separar toda la basura correctamente en más categorías, las nuevas canecas dobles están resultando un gasto intermedio innecesario y por tanto un despilfarro más de recursos.
¿Por qué no haber apostado a lo grande, por campañas bien ilustradas, para que los bogotanos empiecen a tomar en serio la buena gestión de residuos desde la separación en la fuente?
Eso ocurre porque en realidad hay desconocimiento profundo de una adecuada gestión de residuos, falta de compromiso con el desarrollo sostenible y hasta dobles intereses, porque en Bogotá sin duda los que más se están beneficiando por ahora son los fabricantes de las bolsas supuestamente oxodegradables y los de las mediocres canecas dobles.