La expresión y vivencia de la sexualidad es un derecho para la persona con discapacidad, tanto, como en cualquier ser humano.
Corría por allá el año 1983 cuando abrió sus puertas el Centro Nacional de Rehabilitación (CNR), construido a partir de las “Teletones” de años anteriores. Teletones que no solo servían para recaudar dinero y crear el mayor centro para la atención a personas adultas con discapacidad, sino para visibilizarlas más, para crear mayor conciencia de su utilidad en la sociedad, para incorporarlas a la fuerza laboral, para que volvieran a sentirse útiles. Esto sin desconocer caminos creados con anterioridad, en varias instituciones para niños y adultos, pero que pasaban desapercibidas al público general. Tuvimos el honor de ingresar el primer día que el centro abrió sus puertas, un grupo variado de profesionales, que poco a poco desarrollamos un modelo novedoso de evaluación y atención en rehabilitación.
Si mal no recuerdo, no había pasado más de un año, cuando Alfonso Corredor, presidente de Teletón, convocó a médicos amigos suyos y contrató una nueva psicóloga, solo con el fin de desarrollar un programa específico, centrado en la sexualidad, para las personas con discapacidad. Jocosamente, unos años después, cuando yo llevaba un tiempo como fisiatra de este programa, mis compañeros me hacían bromas de cómo me estaba sirviendo a mí el programa. Cierto, no solo los pacientes se benefician, también sus familias y aún los profesionales. Hasta donde sé, el programa cerró –o cambió orientación- cuando la Universidad de la Sabana, (Opus Dei) comenzó a manejar el centro.
Hoy, más de 35 años después, el tema de la sexualidad en la persona con discapacidad sigue siendo algo oculto, casi tabú. He investigado qué hay en Colombia y parece que fuera de esfuerzos aislados o poco duraderos, no existe un programa permanente. Estos esfuerzos son de personas y no programas institucionales. Incluso en las facultades de psicología, ni que decir en medicina, solo unas 2 a 4 horas, en toda la carrera, se dedican a este tema –sexualidad y discapacidad-. Si estoy mal y algún lector sabe algo diferente, le agradeceré me escriba a mi correo electrónico (al pie de la firma) para en una siguiente columna mostrar los esfuerzos en este sentido. Nos queda pues un gran camino por explorar, reconocer y actuar.
"Yes, we fuck” es el título de un documental español, muy reciente,
que muestra la realidad de las necesidades sexuales
de la “personas con diversidad funcional”
“Yes, we fuck” es el título de un documental español, muy reciente, que muestra la realidad de las necesidades en el orden sexual de la “personas con diversidad funcional” –termino actual para personas con discapacidad-. No solo de sus necesidades, sino sus derechos y cómo la ejercen. El cuerpo “deseante” y el cuerpo deseado, es un concepto que ayuda a trascender el estereotipo social de cuerpos sexualmente aptos. El “asistente sexual”, aquella persona que se involucra activamente en ayudarlos a sentir el placer, es bien visto. El uso de los 5 sentidos corporales, de la imaginación, de la creatividad y la posibilidad de expresarse en forma alterna, son elementos esenciales en este ámbito. Diría yo, que pueden llegar, las personas con diversidad funcional (mental y física), a ser más variados en lo sexual, que los que no lo son. Los aspectos técnicos, médicos, genitales, existen, pero son solo una parte dentro de las necesidades y recursos que hay en este campo.
Todo lo que necesitamos, para ayudar, es caer en cuenta de la plena sexualidad, en todo ser humano, y no solo “dar permiso”, sino promoverlo activamente en las personas a nuestro alrededor.
P. D. Finalmente me informan que Profamilia dirigió una investigación sobre el tema de esta columna y está actuando para prevenir el abuso sexual en personas con discapacidad. ¡Bravo!
Médico fisiatra. Medicina del Alma