Frente a la avalancha de contratos hechos a las volandas por alcaldes y gobernadores para atender la emergencia que está viviendo el país y ante la abrumadora certeza (temor compartido por el contralor) de que en muchos habrá corrupción, es conveniente preguntarse si debemos, luego del fracaso generalizado del manejo de lo público, comenzar a pensar en formas más creativas de administrar los asuntos de Estado.
Propongo implementar el servicio político obligatorio. Para esto habría que inscribir a todos los ciudadanos en una gran base de datos, donde aparecerían sus habilidades, competencias y experiencia, sobre todo para manejar aspectos de la cosa pública. Así pues, cuando se realicen elecciones locales, regionales y nacionales, habría que escoger de esa base de datos ciudadanos idóneos para ocupar los cargos y a un número determinado de ellos exigirles ser candidatos. Las campañas serían financiadas por el Estado y serían muy cortas. Con eso en mente, quien o quienes resulten electos solo podrán ejercer sus cargos por una única vez.
Con esto se lograría:
1. Acabar de una vez por todas con una clase social que se ha vuelto indeseable: la política.
2. Evitar que los gobernantes actúen pensando en llenar sus bolsillos y en lo que les convenga para la próxima elección.
3. Erradicar los partidos políticos como empresas electoreras.
4. Acabar con la financiación de las campañas por parte de los contratistas y su posterior cobro en contratos y comisiones.
5. Que los cargos sean ocupados por los más capaces y no por los que promuevan los partidos, los medios de comunicación o los grupos económicos.