"Hacer que un personaje ridículo exponga la verdad es una forma de condenar esa verdad al ridículo y por lo tanto a la inoperancia".
Abaddón El Exterminador. Ernesto Sábato.
Ciudad Caótica
SERVICIO DE LAVANDERÍA
Por Ricardo Villa Sánchez
@ciudadcaotica
Pueden ser bien logradas, en su guion, libretos, escenografía, musicalización, fotografía, actuación. Pueden tener la calidad que les ha dado píe a ser distribuidas por todo el mundo y ganar premios en la industria del entretenimiento, pueden tener hasta mucho rigor investigativo detrás o ser unas adaptaciones coherentes de obras literarias, puede ser, pero lo que no cala en la mente y hasta produce escozor, es que los malos sean los protagonistas.
A veces pareciera ex professo que intentaran caricaturizar a los personajes históricos, como a Gaitán en una última película que lleva el apellido de su supuesto verdugo y en la que un reconocido humorista interpreta al caudillo Liberal, en simultánea que le dan un aire cotidiano, emotivo y sentimental a los antihéroes, (http://ht.ly/rc0dG) en esta realidad virtual, en la que, siquiera, los victimarios tienen nombre propio y, muchas veces, las víctimas, nombres cambiados. Ojalá así fueran los roles principales en sus elencos.
En este punto, nunca preguntaría si tal o cual infame, fue mal o bien interpretado en la serie o película x, pero sí parece una extraña casualidad que en una misma coyuntura o en cortas cadenas de tiempo, nos exhiban muchas producciones de este tipo. Al paso que vamos nos pondrán en el cine o la televisión a los de la Conspiración Septembrina como santas palomas, dignas de admirar, o irán más atrás y para limpiar nuestra mancha o mito fundacional, harán producciones en las que seguramente saldrán los que partieron del puerto de Cádiz con Cristóbal Colón a 'refundar' América como gente decente y pulcra que vinieron con buenas intenciones y con sus familias, a repoblar, evangelizar en el amor de Dios y a trabajar en las nuevas tierras.
Quizá, se podría ir más allá, hasta uno analizar que no es una coincidencia, sino que el crack acá es que se tornarían estas iniciativas en una especie de limpieza estratégica, con la que ‘reviven’ nuestra historia desde la propaganda en el cine, la radio, los noticieros y seriados de la tv y ahora en el espacio de las redes sociales, recreando un mundo paralelo en el que los malos son las estrellas o ¿será este el mundo ‘real’ que describe el profesor Gandulfo?, el personaje de Abaddón El Exterminador de Sábato.
La nueva Colombia en la que los perdedores también escriben la historia (ow.ly/k31SC ) y el pobrecillo Roa, sólo fue un instrumento del régimen imperante, así nunca se sepa o se llegue a saber ¿quiénes eran los hombres de atrás de este oscuro personaje? Es más, si los perdedores escribieran la historia, como anuncian en Roa, luego la escribirían las víctimas; valga la aclaración y la sutil diferencia. La cuestión acá es llegar a comprender si ¿Roa fue un perdedor, o perdimos todos los latinoamericanos el 9 de abril de 1948?
La Colombia del Siglo XXI, en la que amigo es el ratón del queso y se lo come (ow.ly/k31TJ ), o en la que nadie escoge a su familia, pero si escoge tomar el camino equivocado (ow.ly/k31WA ), con unos hermanos que por “venganza” cogieron la ruta del atajo, del dinero fácil, de la justicia por su propia mano, así uno piense que nadie mata a su familia, así siga el más lúgubre sendero; o la dimensión desconocida en la que se exhiben series, hasta en dos temporadas, que pasan luego a ser películas de alto presupuesto como El cartel de los sapos o en donde tienen éxito autores que de Sin tetas no hay paraíso, franquean a Tres Caínes y pues ni hablar de la música popular actual o gansteril, del reggaetón o de los corridos prohibidos, etc.
Series en las que para el canal que lo produjo: ¿Usted qué cree?, (ow.ly/k35bj ), como lo pregunta el comercial de la serie Escobar el Patrón del Mal, que comienza con un discurso populista de líder carismático, en el que una voz en off de ultratumba afirma que “dicen que Pablo Escobar le pagaba un millón de pesos a sus sicarios por cada policía muerto”. Policías, agentes, en género, que hoy día siguen anónimos y, como muchas otras víctimas, sus muertes en la más completa impunidad o en la última que la bota del parque: “Alias El Mexicano” (http://ht.ly/rbZHd) con su lema taliónico “el que a hierro mata, a hierro muere”, muy apropiado en tiempos en que se discute la posibilidad de paz y reconciliación en La Habana.
Lo que sorprende y hasta desmotiva es que se presenten conversaciones en la vida diaria, con gente, niños, adultos, de todo tipo y condición social, que jura y perjura que lo que dicen con pelos y señales en estas series, películas, noticieros, documentales y hasta canciones, es literalmente cierto, -Así fue… -…- Así pasó, vociferan con aire dogmático y ojos vidriosos; algo similar a como cuenta Gabriel García Márquez en Cien Años de Soledad en su capítulo XII, cuando los habitantes de Macondo se indignaron al momento en que sale vivo un personaje que había muerto en una película anterior, lo que conllevó a que el alcalde del pueblo tuviese que dictar un bando en el que razonaba que el cine era una máquina de ilusión que no merecía los desbordamientos pasionales del público.
Con estas producciones insisto, así suene reiterativo, además de que podrían considerarse desde el punto de vista del alcalde de Macondo, también podrían mirarse desde la visión de Goebbels de que una mentira repetida adecuadamente mil veces, se convierte en verdad. De todos modos, desde una u otra óptica, flaco favor se le hace a un eventual proceso de paz y reconciliación en la Tierra del Olvido; es más, al final de cuentas, con mucho respeto uno se cuestiona: ¿los nuevos géneros del ‘narcocine’, las ‘narconovelas’, la música ‘traqueta’, son los mensajes que deberían dejar en una democracia los medios de comunicación responsables con la sociedad en su conjunto? o ¿esto estará pasando en una realidad paralela?
La Tierra del Olvido, 2013.
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Adenda: Extractos de Novelas:
García Márquez, Gabriel, Cien años de soledad, Ed. Norma, Capítulo XII:
“Se indignaron con las imágenes vivas que el próspero comerciante don Bruno Crespi proyectaba en el teatro con taquillas de bocas de león, porque un personaje muerto y sepultado en una película, y por cuya desgracia se derramaron lágrimas de aflicción, reapareció vivo y convertido en árabe en la película siguiente. El público que pagaba dos centavos para compartir las vicisitudes de los personajes, no piado soportar aquella burla inaudita y rompió la silletería. El alcalde, a instancias de don Bruno Crespi, explicó mediante un bando que el cine era una máquina de ilusión que no merecía los desbordamientos pasionales del público. Ante la desalentadora explicación, muchos estimaron que habían sido víctimas de un nuevo y aparatoso asunto de gitanos, de modo que optaron por no volver al cine, considerando que ya tenían bastante con sus propias penas para llorar por fingidas desventuras de seres imaginarios.”
Sábato, Ernesto. Abbadón El Exterminador, Ed. Seix Barral, Capítulo EXPOSICIÓN DEL DOCTOR ALBERTO J. GANDULFO:
"—Seguí riéndote. Son pequeñas diabluras de Satanás. Hacer que un personaje ridículo exponga la verdad es una forma de condenar esa verdad al ridículo y por lo tanto a la inoperancia. A hombres como Gandulfo no sólo se les permite vivir: se los inspira para que hablen."