Santander, su tierra, siempre ha sido para Horacio Serpa su querencia, su lugar de repliegue después de las duras batallas. Y esta vez, cuando su nombre vuelve a sonar, no ha sido distinto.
Allí, en Bucaramanga donde vivió cuando fue gobernador del 2008 al 2011, ha permanecido desde el embate duro de la pandemia en marzo y allí continúa junto su inseparable Rosita, que lo acompaña desde que se casaron en Barancabermeja, en 1972.
Desde su retiro de la vida pública el 20 de julio de 2018, en la que además le cedió el camino a su hijo Horacio José, hoy congresista, quien junto con su familia tuvo que batallar contra el Covid, Horacio Serpa ha dosificado sus apariciones en público.
Desde aquellos días Twitter había sido el sencillo escenario desde donde la voz del tres veces candidato a la presidencia se hacía sentir en apoyos o críticas a lo que considera que hay que ponerle el ojo.
La preocupación por sus cuidados médicos lo llevaron a intervenir cada vez menos. Pero cada vez que opina sus palabras cargan la misma firmeza de sus tiempos populares. Como lo acaba de hacer frente al reconocimiento que hicieron las Farc del crimen del dirigente conservador Álvaro Gómez.
Serpa carga con un señalamiento ajeno por haber sido el escudero del presidente Ernesto Samper durante su complicada presidencia rodeada por la sombra del Proceso 8000. Hubo voces que quisieron acercarlo al crimen del dirigente conservador ocurrido el 2 de noviembre de 1.995, que fueron silenciadas con las confesiones de las Farc al respecto. Samper y Serpa no podían dejar pasar la potente confesión.
La noticia se la dio su hijo Horacio José y su reacción llegó acompañada de lágrimas. Se quitaba un peso de encima. Su verdad, defendida por 25 años, era una verdad para todos.
Serpa Uribe alivianaba su carga. –Por fin confesaron los culpables—dijo –han sido 25 años contra personas inocentes, 25 años manchando nuestras vidas, de calumnia y de infamia—.
Y como siempre, sin miedo y de frente no se quedó callado frente a las dudas que la familia de Gómez Hurtado le plantaron a la confesión de los exguerrilleros, a quienes acusó de buscar lucro económico al desestimar las declaraciones de Timochenko y Carlos Antonio Lozada. –Necesitan tener unos responsables para luego cobrar las platica—dijo sin arrugarse.
También sin pelos en la lengua les dijo que el seguirlo acusando, luego de escuchar la versión de los excombatientes, es una canallada.
Su energía durante meses ha estado puesta en su batalla contra el cáncer que ha librado apoyado por la incondicional Rosita en Bucaramanga y su familia a la distancia. Ahora se ha quitado un peso de encima que por decir lo menos lo mortificaba
Mientras las versiones ante la JEP y las declaraciones en la Fiscalia de Timochenko y Lozada terminan de aclarar el magnicidio del líder conservador, Serpa y Samper seguirán lidiando con el coletazo de la noticia y dando la pelea para demostrar ante la opinión pública y ante las investigaciones judiciales que parecen estáticas, que no tuvieron nada que ver con el crimen de Gómez Hurtado. Los tiempos del aguerrido “Mamola” han regresado.
