“Aferrarse al odio es como tomar veneno y esperar que la otra persona muera” esta frase es de Buda y viene al caso para la actual situación del país político; estamos en un conflicto interno de años, provocado en gran manera por la hegemonía conservadora durante medio siglo, ingrata recordación que nos trae a la memoria la serie de televisión “Dr. Mata” de RCN TV; cuando en Colombia la Iglesia Católica era la que desidia quien gobernaba.
Hoy a Dios gracias las circunstancias son otras, a pesar de múltiples situaciones la democracia se ha fortalecido, cada día se hace más difícil el fraude electoral y el crecimiento de la Internet en nuestro país nos permite utilizar las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones para expresarnos libremente e interactuar con millones de compatriotas; los medios masivos nos facilitan opinar y así debatir permanentemente acerca de la realidad nacional.
Estamos entre la violencia del pasado y la reconciliación nacional del inmediato futuro; un gobierno que pretende con hechos sobreponerse en medio de la guerra a lograr unos acuerdos que serán refrendados en las urnas para alcanzar un escaño más a favor de un nuevo comienzo, con menos balas y más justicia social, lo cual se traduciría en mejor educación, salud, vías para el desarrollo, una política pública agraria y por supuesto la defensa del medio ambiente y la conservación del agua.
¡No queremos más víctimas¡ Estamos hartos de las noticias desastrosas que se replican por todos los medios de comunicación y nos enferman el alma. Anhelamos una Colombia bendecida por Dios, es por ello que el pueblo evangélico ora día y noche rompiendo cadenas de maldad empotradas en corrupción política, brujería, desordenes sexuales, violencia y subversión, lo cual ha traído ruina, pobreza y atraso.
El negocio de la guerra ha enriquecido a unos pocos y empobrecido a las mayorías. Con todo respeto, invito a esas mayorías a que votemos este 25 de mayo y muy seguramente el próximo 15 de junio, por la propuesta de la reconciliación nacional. No hablo de la paz, esa la genera solo Jesús en el corazón del hombre.