Hoy nuestra ciudad ha visto un cambio en infraestructura sin precedentes: más y mejores vías, más y mejores andenes; espacio público antes utilizado para ventas informales y hasta para tráfico de estupefacientes que ha sido recuperado y devuelto a la ciudadanía monteriana; el estímulo de transportes alternativos que contribuyen con la mitigación del fenómeno del Calentamiento Global y que, además, son sin lugar a dudas prácticas generadoras de salud preventiva a través de las ciclorutas; infraestructura escolar en barrios deprimidos que en algún tiempo de la historia monteriana solo se imaginaba para los barrios estrato 5 y 6, hoy son una realidad.
Todo esto representa avanzar hacia la modernidad. No obstante, las nuevas generaciones pensamos que se ha podido hacer más y que este trabajo de crear una Montería moderna, amerita un trabajo mucho más comprometido del sector productivo, de los entes territoriales, entes de control, entidades descentralizadas, académicos y ciudadanía en general.
Los avances que hoy percibimos, haciendo analogía con un sistema automotriz, son un mejoramiento en la latoneria del sistema, manteniendo en estado precario el funcionamiento interno.
La cultura ciudadana, por ejemplo, sigue siendo paupérrima: hoy nuestras mejores vías siguen presentando las acciones imprudentes de nuestros conductores, las ciclorutas son utilizadas por motociclista y muchos puentes peatonales parecen elefantes blancos. Reafirmando un hecho demostrado en Bogotá hace algún tiempo, para que una sociedad avance con su infraestructura debe ir acompañada de una política de promoción de cultura ciudadana: la historia de las alcaldías de Mockus y Peñalosa nos lo han enseñado. Por su parte, la cultura política de los cordobeses sigue siendo anacrónica. Seguimos eligiendo al de mayor andamiaje político-burocrático y que más dinero tenga en sus campañas dejando atrás las buenas propuestas e ideas, acompañadas de campañas austeras.
En Montería la educación, a pesar de la inversión visible en la infraestructura escolar citada en lineas anteriores , aún sigue siendo víctima de las bolsas de empleo; las remuneraciones a nuestros docentes y la capacitación docente para implementar modelos pedagógicos modernos, es deficitaria; las herramientas de apoyo educativo en muchas escuelas brillan por su ausencia o por la incapacidad de nuestros docentes para utilizarlas, y en la Educación Superior muy poca investigación está realmente conectada con el sector social y productivo; la alimentación de nuestros niños(as), aspecto fundamental en los procesos cognitivos de toda su vida, es un negocio que, en muchos casos, se antepone a la relación costo beneficio sobre la nutrición de ellos.
Para finalizar, nuestro sector productivo sigue siendo supremamente atado a viejos modelos, donde la rentabilidad y el rápido retorno de la inversión fungen como antagonistas en lo social y ecológico. Nuestro modelo sigue utilizando soluciones a sus problemas productivos basados en la química, utilizando químicos agresivos y metales refinados entre muchos otros materiales contaminantes no renovables, estando aun muy alejados de nuevos modelos productivos como el de la economía azul que propone el academico Gunter Pauli, en el cual se proponen modelos en cascada, donde los residuos son utilizados para la síntesis de otros productos, generando más empleo y sostenibilidad ecológica.
Los modelos productivos modernos como el de Gunter Pauli no han sido acogidos en nuestra ciudad y departamento, ya que nos obliga a una unión estratégica entre Gobierno, academia y sector productivo y nuestra historia nos demuestra que no sabemos trabajar en equipo y que no planificamos conjuntamente. Por esta razón, en las gestiones del desarrollo, muchos entes repiten esfuerzos innecesariamente; no enfocan esfuerzos en temas estratégicos y en el peor de los casos dos o más intervenciones son vectores que se restan capacidad de impacto social entre sí.
La academia es pieza fundamental en estos nuevos modelos que ponen como motor de desarrollo a la innovación, ya que la ruta de acción de estos es la solución de los problemas productivos inspirándose en nuestros sistemas ecológicos naturales, tarea bastante complicada ya que muchos académicos que trabajan en investigación aplicada en nuestro sector económico mas importante (sector agropecuario), han generado consciente e inconscientemente relaciones simbióticas con las multinacionales que suministran agroquímicos y semillas mejoradas geneticamente. Este es un hecho divisable cuando comprendemos que los dotan de suministros para que generen investigaciones que generen paquetes tecnológicos basados en su productos, recibiendo nuestros investigadores como beneficio y resultados rápidos que les generan puntos para aumentar sus salarios y remuneraciones en efectivo, con productos o en especie, sin tener en cuenta la sostenibilidad de los sistemas ecológicos ni la asequibilidad de estas tecnologías a la sociedad más vulnerable. Por otro lado, nuestros empresarios grandes ya han establecido una cuota en el mercado que les ha garantizado su permanencia, aplicando fórmulas pétreas a nuestros procesos productivos, por lo cual la mayoría de estos se rehúsan a invertir en innovación que reduzca el uso de agua potable y energía en sus procesos productivos y le den un valor a los residuos para la promoción de empleo.
Aunque el panorama no es alentador, es creciente la adopción de la filosofía que plantea la acción lógica y coordinada entre el sector productivo, la academia, el gobierno y la sociedad civil como forma de alcanzar la verdadera modernidad y desarrollo; como también es común en los nuevos emprendedores entender que repetir religiosamente acciones con "buenos" resultados conocidos, puede impedirnos aventurarnos a obtener mejores resultados.