El pasado mes de mayo estuvo lleno de incertidumbre para los ciudadanos de Cartagena de Indias. Los habitantes de “la heroica” arrancaron el mes con su alcalde, Manuel Vicente Duque, suspendido por la Procuraduría durante un periodo de 3 meses.
Sea o no sea acertada la decisión, lo cierto es que este dictamen desestabilizó de golpe el panorama político de la ciudad. Unos días después, el Presidente Santos anunció el reemplazo temporal de Duque, Sergio Londoño, y dejó un panorama aún más incierto.
Los que apoyan el nombramiento de Londoño dicen que es una persona impoluta que puede brindarle un nuevo aire a la desprestigiada política cartagenera tras años de malas administraciones en manos de “los políticos de siempre”. Por otro lado, sus detractores reclaman a Santos el hecho de nombrar en una de las alcaldías mas importantes y a su vez más difíciles de manejar a un hombre con una experiencia política casi nula.
Su hoja de vida pública se resume en haber sido asistente (notetaker) de Santos y haber estado dos cortos meses al frente de la Agencia para la Cooperación Nacional (APC). Para muchos en la ciudad, lo anteriormente mencionado no representa el nivel de experiencia necesario ni demuestra capacitación para dirigir y cambiarle el rumbo a una de las ciudades mas difíciles del país.
Los que lean esto pensarán que es una crítica destructiva hacia el nuevo alcalde (E), pues en el país el deporte nacional es atacar a alguien sin dar oportunidad, pero es todo no lo es. Si bien, como la mayoría de los ciudadanos, tengo mis reparos frente al nuevo alcalde, deseo que le vaya bien, pues en últimas si a él le va bien a la ciudad también. El alcalde va a tener que demostrar mucho y encarar los problemas serios de la ciudad (la delincuencia, la movilidad, el proyecto de protección costera, el canal del dique, etc.) con más que buenas intenciones.
Solo el tiempo dirá si Londoño es en realidad una figura que cambiará la política de la ciudad o, como muchos antes que el, alguien al que le quedará grande el puesto.