Voté por Fajardo en el 2018. Lo haría ahora también. Por él o por Alejandro Gaviria, o Juan Manuel Galán. Pero no entiendo: ¿Alejandro Gaviria, tan parecido en su formación y en su honradez como administrador público a Sergio Fajardo no clasifica en el segmento de los buenos? ¿Cómo así? ¿No nombró Fajardo, cuando se posesionó como alcalde de Medellín al muy respetable Juan Felipe Gaviria (q.e.p.d.) presidente de EPM en el 2004, padre de Alejandro, quien fue exministro de Obras de César Gaviria? A ver: ¿Cuándo se es bueno y cuándo no?
Millones de colombianos que se califican de centro votarían con gusto por Sergio Fajardo, Alejandro Gaviria, Jorge Robledo, Humberto de la Calle o Juan Manuel Galán, precandidatos del llamado centro. Porque cualquiera de los mencionados es respetuoso de la diversidad y la democracia y todos apoyan el proceso de paz. Ninguno asaltaría el erario y el elegido tendría una agenda en la que la equidad, la educación y el cuidado del medio ambiente estarían en primera línea.
El trino de Fajardo la semana pasada, un político honrado, buen alcalde y gobernador, dirigido a Alejandro Gaviria, que (aún) no forma parte de la Coalición de la Esperanza es desafortunado, aunque enmendable: “Alejandro Gaviria y yo tenemos orígenes y maneras muy distintas en la política. Yo no vengo de un partido tradicional, él ha tenido el apoyo de César Gaviria y el Partido Liberal. Estamos recorriendo caminos diferentes”. Vaya, vaya. Es un error. Básicamente, porque, a vuelo de pájaro, los dos son bastante parecidos. Académicos, profesores, ambos con doctorado, ambos administradores experimentados y probos. Ni uno ni otro son conocidos por las prácticas clientelistas como para que Sergio presuma de pureza y excluya a Alejandro de prácticas decentes en la política.
Faltan menos de ocho meses para la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Colombia. En potencia, el denominado centro tiene todas las posibilidades de ganar. El tema es simple: ¿Tienen la capacidad los aspirantes y los movimientos que los respaldan la voluntad de pactar mecanismos para contar con un solo candidato?
El trino de Fajardo evoca las embarradas del 2018 (entiéndase la imposibilidad de que Sergio Fajardo y Humberto de la Calle se tomaran un tinto con consecuencias de unidad hace cuatro años). Parecería, con tal actitud, que está casi servido en bandeja el anhelado escenario que Uribe y el Centro Democrático necesitan: dirimir la presidencia entre el que diga el expresidente y el fantasma que tanto les agrada, el castrochavismo comunista. Solo que ahora, la falta de unidad del centro sería más grave aún debido a la gran debilidad actual de la derecha y a la disminución de favorabilidad del candidato de izquierda.
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El trino de Fajardo evoca las embarradas del 2018 (entiéndase la imposibilidad de que Fajardo y De la Calle se tomaran un tinto con consecuencias de unidad hace cuatro años)
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Por supuesto que el centro tiene todas las posibilidades, si se actúa con inteligencia y generosidad. El análisis que speak (consultoría de reputación*) hace de las últimas encuestas de percepción e intención de voto (Invamer, CNC, Polimétrica) no deja duda. Varios aspectos apuntan a la inmensa potencialidad del centro:
- Mientras el 17 % de los encuestados considera que su posición ideológica es de izquierda y el 12% de derecha, el 71 % cree que es de centro (Polimétrica).
- El Centro Democrático está de capa caída. Los dos políticos con mayores índices de desfavorabilidad son de ese partido: Álvaro Uribe y el presidente Iván Duque. Súmese a ello las rencillas internas alrededor de la precandidatura de Oscar Iván Zuluaga, la no inclusión del nombre del parlamentario Edward Rodríguez (descalificado por el comité de ética del CD para formar parte del abanico oficial de aspirantes, integrado por Valencia, Cabal, Nieto, Zuluaga, y Barrera). Y, desde luego, las inocultables discrepancias en la valoración al gobierno de Duque de parte de los congresistas del CD.
- A Petro, un excelente senador, no lo favoreció su posición frente al paro, amén de otros hechos, incluyendo la pelea con sectores feministas que merecen todo el respeto, su alianza con sectores evangélicos recalcitrantes y la tozuda desfavorabilidad hacia su nombre, que supera ampliamente su imagen favorable. La intención de voto por el candidato se ha reducido de 38 puntos (abril, Invamer) a 17 % (agosto 28).
Los consultores de speak también afirman que la opinión pública colombiana se encuentra indecisa en relación con sus preferencias electorales, un fenómeno exacerbado con posterioridad al paro y las marchas. Así, entre quienes votarían en blanco, sumados a aquellos que afirman hoy que no votarán por ningún candidato y los que no saben aún por quién lo harán, suman el 50 %.
En tal contexto, según el CNC, hay un empate en la intención de voto actual entre derechas, izquierda y centro.
El ciudadano de a pie ignora la mecánica complicada de la Coalición de la Esperanza. Espera que sus líderes estén dispuestos a acordar reglas de juego para elegir un candidato de centro que saque a Colombia de la ecuación “Uribe y anti-Uribe”, de la que la mayoría está harta.
Entre los jugadores del centro, entre otros, tienen que estar Sergio Fajardo y Alejandro Gaviria, dos políticos honrados y de extraordinaria formación y experiencia.
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Speak: consultoría de reputación / Ricardo Ávila – Leonardo García: ¿Quién será el próximo Presidente de Colombia?, Sept.2021.