“Seremos como Venezuela”: otra farsa del uribismo

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Las presidenciales 2018 están a la vuelta de la esquina. Martha L. Ramírez, Vargas Lleras, Claudia López, Robledo, Petro, Fajardo, Iván Duque, entre otros, componen la baraja de precandidatos.

Algo es claro, todos montarán el caballo de la batalla anticorrupción, posean o no la autoridad moral para ello. Se volvió tema obligado, puesto que la corrupción ha topado niveles intolerantes y ha producido un rechazo unánime en la sociedad colombiana y quien no esgrima esa lucha puede ver ahogada su candidatura o minada su carrera política. La corrupción le quita al país 50 billones de pesos anuales (1) y por tanto se configura como uno de sus principales males.

Paralelo a este y en algunos precandidatos, viene tomando fuerza otro caballito de batalla: la lucha contra el castrochavismo, que es una amalgama de los sistemas político-económicos de Cuba y Venezuela, que tuvieron como cabezas visibles a Fidel Castro y Hugo Chávez y que derivó las agudas crisis que viven esas naciones, especialmente la Bolivariana.

‘Castrochavismo’ es un término acuñado por Uribe y repetido por su partido y sus seguidores. Para ellos, representa miseria y esclavitud y sus mayores peligros son la expropiación y la violación de las libertades elementales. Aseguran que ya llegó a Colombia, que lo parió el acuerdo de paz entre Farc y el gobierno colombiano. Sin embargo, en este acuerdo no se estipula el cambio del sistema económico del país (2), tampoco el irrespeto a la propiedad privada (3).

Un simple pero devastador ejercicio basta para desmoronar la farsa del castrochavismo en Colombia: La lectura del acuerdo de paz, así sea únicamente los capítulos donde está plasmado lo contrario a lo asegurado por la derecha y la ultraderecha (4).

El lector notará cómo al avanzar en su lectura ese monstruo abominable desaparece. Y aquí es donde el ejercicio libre del estudio, apartado de la presión mediática de la prensa privada —especialmente de RCN— se hace imperativo, para que las matrices de opinión atornilladas con vehemencia por ésta en el imaginario colectivo de la sociedad colombiana no logren su cometido, que es forzar la mano del desinformado y temeroso votante a marcar por un candidato uribista u otro que tenga como esencial propósito tumbar los acuerdos de paz, so pretexto de ‘no volvernos como Venezuela’.

Es necesario sacar a colación la propaganda por el no en el plebiscito, generada en las entrañas del uribismo y representada por su jefe de campaña Juan Carlos Vélez, quien reconoció que le mintieron a la sociedad y que su fin era que la gente ‘vote verraca’ (5).

Una imagen viral en redes, producto solapado de esa campaña rezaba ‘Si le da pereza leer el acuerdo, la película la están dando en Venezuela’ (6); un perfecto meme facilista dirigido a mentes facilistas y que contenía una enorme falsedad. Con propagandas similares difundidas por cadenas de WhatsApp, cuñas radiales, televisivas, panfletos, volantes, etc., lograron su objetivo: rechazar mediante refrendación popular el pacto de paz.

Si se hubiese leído acuciosamente el acuerdo (7) el resultado sería otro, ya que la influencia de esa propaganda negra en el votante lo convenció que le quitarían su pensión para dársela a los guerrilleros, que le expropiarían sus pertenencias, que la abusiva reforma tributaria era para mantener a los reinsertados, que Timochenko se proclamaría presidente sin necesidad de elecciones o que a la niñez colombiana se le impondría conductas homosexuales, entre otros deleznables supuestos convenios.

Se comprueba una vez más que lo absurdo y lo ridículo fácilmente se engendran en el seno de la manipulación de la información al tiempo que se empotran en las mentes ignorantes.

Por tanto, con este grave precedente y luego su de ‘éxito’ obtenido, es lógico que el uribismo utilice esta misma táctica en 2018; es más, ya se está aplicando y se reforzará durante la campaña. Esta vez el no será más largo, será por el ‘no queremos ser como Venezuela’ y su esencia la misma: el engaño y la manipulación de la verdad, apoyada por RCN y sus filiales. Una estridente guerra de mentiras que se introducirán por los ojos y los oídos de los colombianos con la virulencia propia de un asalto de guerra.

Según el uribismo, la izquierda representa los peores lastres y esa idea está bien enquistada en nuestro imaginario colectivo. Se toma como referencias necesariamente a Cuba Y Venezuela, pero cuando de exitosos casos de izquierda se trata, como en Ecuador, Uruguay o Bolivia e incluso en los países nórdicos, la discusión termina. El afán de demonizarla es evidente y qué mejor que con el caso del país hermano. Aquí es donde la prensa hegemónica ha hecho muy bien lo suyo y con creces.

Lo que omiten contar es que esa crisis no es nueva, así como se lee, no es nueva (8). Ha estado antes del Chavismo, ha sido tan fuerte que topó extremos inhumanos (9) y se ha dado en diferentes periodos donde gobernaba la derecha de ese país, tan amiga de Uribe y Pastrana y que ahora es oposición.

La crisis de desabastecimiento, de hiperinflación, de violencia y hasta de represión estatal ha sido una constante en la historia venezolana. Titulares como ‘NO HAY’ (10), ‘La inflación rebasará el 100% este año'(11), ‘La hambruna'(12), ‘Desaparece el pan'(13), ‘Gente que come perrarina’ (14), 300 muertos y 1500 heridos en cuatro días de agitación'(15), ‘Los pobres se quedan sin hospitales'(16), ‘Se torturaron presos políticos en la DIGEPOL'(17), y muchos más (18), colmaban la prensa de esas épocas en las que el chavismo ni siquiera había nacido.

Las causas de esa crisis son múltiples y profundas y obedecen principalmente a la rentista monoeconomía de exportación (petróleo) que se viene ejerciendo desde hace un siglo y que supedita el bienestar su población a los volátiles precios internacionales del crudo de los cuales depende la economía y la financiación de los programas sociales del gobierno. El 95% de los dólares que entran a ese país provienen de la exportación petrolera (19). Su otro gran problema—consecuencia es el casi nulo desarrollo de su aparato productivo, razón por la cual se importa la mayoría de los productos de primera necesidad (20). Estas características de la economía venezolana son herencia de la derecha de ese país, que gobernó por más de un siglo y que ejerció el flujo de capitales principalmente hacia los EE.UU. (21).

Al ser Venezuela un país inmensamente rico en petróleo, su clase dirigente no se preocupó por desarrollar el apartado productivo; se dedicó al facilismo de extraer el oro negro, venderlo y lo que hiciera falta simplemente se importaba (alimentos, medicinas, artículos de aseo y limpieza, etc.).

No tuvieron en cuenta que al abandonar el desarrollo del aparato productivo y depender exclusivamente de la renta petrolera podrían padecer lo que en economía se conoce como la Enfermedad Holandesa (22), que efectivamente ha sucedido en varios periodos de la historia de ese país y que se repite en la actualidad (23). Así, cuando los precios internacionales del crudo están a la alza Venezuela se beneficia, pero cuando estos caen, como sucede en estas épocas, su economía se desbarajusta, colapsa y el país entra en una crisis económica y por supuesto social.

Ahora esa clase dirigente, viuda del poder, pretende por todos los medios retomar sus privilegios, dando una guerra sin cuartel contra ese gobierno en pro de la recuperación de sus interés político-económicos, a veces por medio de actos criminales como el golpe de 2.002 (24), el intento de golpe en 2.004 en conjunto con la ultraderecha colombiana y los EE.UU. y que terminó con el arresto de más de 100 paramilitares Colombianos vestidos de militares Venezolanos listos para atentar contra Chávez (25). Además, la tergiversación y manipulación de la información es patente (26).

Pero los intentos del gobierno por mejorar la crisis generalizada tampoco son eficaces y medidas como el control cambiario, el control de precios, el aumento en los precios del combustible, la ampliación del cono monetario y otras políticas antiinflacionarias y muchas más destinadas a retener la crisis, resultan insuficientes (27) y el abuso de la fuerza pública en las protestas (28) solo ha servido para reforzar la campaña mediática contra ese gobierno y para extrapolarlo con las corrientes izquierdistas de otros países, especialmente con las de su vecino Colombia.

Venezuela resulta una suculenta presa y las hienas se despedazan entre sí por un trozo de ella. Sus atiborrados recursos minero-energéticos y naturales, su ubicación geoestratégica (Que recorta a 4 días el recorrido de la ruta del petróleo desde el Medio Oriente que toma 40, disminuyendo tiempos y costos), entre otras ventajas geopolíticas para el control de América Latina la convierten en un target de primerísimo nivel de interés para EE.UU. Si a esto le agregamos que la ideología Chavista es antiimperialista, naturalmente la potencia norteamericana se convierte en su enemigo.

Su influencia en Suramérica es un factor amenazante para los intereses Estadounidenses en la región, de ahí se explica sus reiteradas intervenciones contra el gobierno Bolivariano y las amenazas incluso de intervención militar por parte de Trump.

No es en vano el inmenso despliegue mediático que de ese país se hace a diario en la prensa mundial, tampoco la creación —por parte de RCN— de filiales exclusivos para Venezuela (NTN 24 y NTN 24 Venezuela); no porque el Sr. Ardila Lülle amaneció con el corazón renovado y empático con el sufrimiento ajeno sino por las repercusiones negativas que para él representaría un gobierno popular en Colombia y eso no puede permitir éste magnate.

Eso explica la virulencia de sus ataques a la denominada Revolución Bolivariana así como a los gobiernos progresistas de la región. Su tarea es amplificar esa crisis y los desaciertos de ese gobierno, anular los logros y proyectar la idea de que por el simple hecho de pertenecer a la izquierda cualquier gobierno es ya un fracaso per se. Pero no sólo la prensa de Ardila Lülle, sino todo el cúmulo mundial de prensa privada conforma la avalancha contra la ideología política gobernante en ese país.

Pero más allá de esa innegable crisis social y económica y de las simpatías o antipatías que ese gobierno suscite, el caso de Venezuela no se puede extrapolar al de Colombia porque es totalmente diferente.

La economía colombiana no se basa exclusivamente en la renta petrolera, sus reservas probadas de crudo son para 7 años, contrario a las de Venezuela que son para 200, las mayores del planeta (29). He aquí la primera imposibilidad teórica y fáctica de supeditar nuestra economía al petróleo como lo hace el país hermano.

El aparato productivo colombiano —especialmente el del sector agropecuario— es sólido, al punto que Colombia es potencia agrícola, llamada ‘la despensa suramericana’ (30), a pesar del escaso presupuesto que del PIB se le destina a este sector, que anualmente viene diezmando (31), y de que los gobiernos han priorizado la extracción de petróleo y carbón al desarrollo del mismo; error que arrojó a Venezuela a su crisis y que paradójicamente han aplicado con firmeza los expresidentes Pastrana y Uribe que ahora ‘temen‘ porque ‘nos volvamos otra Venezuela‘.

La privilegiada posición geográfica, la diversidad de pisos térmicos, las copiosas fuentes hídricas (3° a nivel mundial) (32), sus dos océanos, la amplia gama de zonas climáticas (33), la diversidad de suelos, entre otros idóneos factores (34), configuran a Colombia como productora y exportadora por excelencia de todo tipo de alimentos y bienes primarios para el mercado interno y externo, garantizando así el autoabastecimiento y la paliación de cualquier menoscabo que presenten los precios internacionales del crudo o sus sectores minero-energético, contrario a lo que sucede en el país vecino. Colombia puede llegar a ser potencia mundial en producción de alimentos si sus gobiernos impulsan su desarrollo.

En cambio, su fracaso llegaría por medio de políticas neoliberales típicas de gobiernos de derecha y ultraderecha que sí ponen en riesgo nuestra seguridad alimentaria bajo el eufemismo de ‘inversión extranjera’ como las denominadas ‘Locomotoras de desarrollo’ y los TLC, que benefician a los grandes consorcios transnacionales quebrando al pequeño y mediano productor forzándolo a trabajar para estos con notables desmejoras para la economía campesina y nacional (35). Uribe y Santos han sido los grandes negociantes de los TLC (36).

Si existen políticas que tienden a desembocar en una crisis de desabastecimiento generalizado como la venezolana, son precisamente las que el neoliberalismo pretende continuar y que básicamente se centran en depender de la extracción de recursos minero-energéticos y atentar contra el avance y la modernización del propio aparato productivo y de su propia industria.

Y pese a lo repetido por el uribismo, ninguno de los precandidatos de izquierda o de centro-izquierda tiene como propuesta replicar el modelo económico Chavista basado en la dependencia de la renta petrolera, carbonífera o gasífera. Por el contrario, no comulgan con ésta.

Ya lo ha expresado Robledo en su propuesta de ‘Especial protección a la industria nacional y al agro’ (37), ya lo ha expresado Petro en su propuesta de ‘Una economía productiva y no rentista de combustibles fósiles’ (38), lo mismo Claudia López, en su propuesta de ‘Desarrollo de otros sectores y de no perpetuación de la estructura económica basada en la explotación de recursos naturales’ (39).

Ninguno osaría implantar el modelo económico venezolano simplemente porque no es exitoso y por tanto no recomendable, independientemente de las ideologías políticas que lo apliquen.

Además no se acopla a las condiciones propias de nuestro territorio; como ya vimos, las reservas petroleras de Colombia son inmensamente inferiores a las de Venezuela y junto con otras marcadas diferencias entre las dos economías lo descartan de plano (40). Nadie en sano juicio pretendería reproducirlo.

Ni aún las Farc —con toda la simpatía ideológica con el chavismo— lo ha propuesto para Colombia; ellos han hablado de ‘Justicia social con desarrollo rural protegiendo desde el estado, las condiciones favorables del agro para impulsar su progreso’ (41).

Entonces, ¿por qué pensar que un gobierno de izquierda en Colombia significaría el castrochavismo entendido como escasez, miseria y represión estatal? Ese monstruo queda sin piernas, porque no está sustentado en análisis técnicos o científicos que lo respalden sino que se sostiene sobre bases endebles como el pánico generalizado en la población, al hacerle creer la burda falacia de que por el sólo hecho de que un gobierno de izquierda suba al poder esa crisis se replicaría. Y la sociedad ha caído en este engaño, sobre todo la carente de estudios políticos y económicos necesarios para comprenderlo.

Así catapultaron a Uribe en 2002 al inyectarnos la idea de que las Farc eran el gran problema del país; ahora pretenden hacer lo mismo con la farsa del ‘castrochavismo a la colombiana’.

(1) http://www.elpais.com.co/colombia/cada-ano-la-corrupcion-les-roba-50-billones-a-los-nos.html

(2) http://www.altocomisionadoparalapaz.gov.co/mesadeconversaciones/PDF/24-1480106030.11-1480106030.2016nuevoacuerdofinal-1480106030.pdf

(3) http://www.semana.com/nacion/articulo/sergio-jaramillo-en-la-habana-no-se-esta-negociando-la-propiedad-privada/405336-3

(4) http://www.altocomisionadoparalapaz.gov.co/mesadeconversaciones/PDF/24-1480106030.11-1480106030.2016nuevoacuerdofinal-1480106030.pdf

5) http://www.elpais.com.co/proceso-de-paz/las-polemicas-revelaciones-de-promotor-del-no-sobre-estrategia-en-el-plebiscito.html

(6) https://twitter.com/alvarouribevel/status/777560110575017987

(7) http://www.altocomisionadoparalapaz.gov.co/mesadeconversaciones/PDF/24-1480106030.11-1480106030.2016nuevoacuerdofinal-1480106030.pdf

(8) http://www.elespectador.com/noticias/elmundo/crisis-venezuela-comenzo-antes-del-chavismo-video-653482

(9) https://elgatoacuadros.wordpress.com/2017/05/26/venezuela-un-paraiso-antes-de-chavez/

https://juanmartorano.wordpress.com/2015/09/21/te-muestro-como-era-venezuela-antes-de-chavez-pasa-papu/

(10) https://elgatoacuadros.wordpress.com/2017/05/26/venezuela-un-paraiso-antes-de-chavez/

(11) https://elgatoacuadros.wordpress.com/2017/05/26/venezuela-un-paraiso-antes-de-chavez/