Hoy vamos a hablar del bicentenario, esa fecha de la que nos han hablado mucho por redes sociales y la que ha permitido que las reuniones no cesen y que los avances no se noten por ninguna parte. Vamos a conmemorar 200 años de la Batalla de Boyacá y como dice Daniel Mera Villamizar en su columna de opinión en El Espectador, ya estamos a 19 meses del bicentenario, 7 de agosto de 2019 y “parecemos un país que se resiste a enseñar seriamente su historia y que no advierte la necesidad de una comprensión satisfactoria de su pasado para proyectarse al futuro”.
Como ciudadano, me tomo esa atrevida vocería: Urgenteeee, ayudaaaaa, que no muera la historiaaaaa. Dios, santoooo gobierno nacional y quien nos gobierna en Boyacá. Para cuándo algo real y tangible, algo que nos diga que no vamos como el cangrejo, que no dejaremos esto que marcó el comienzo de nuestra libertad en un simple acto solemne en el Puente de Boyacá, al que van unos pocos, mientras que el pueblo que luchó en esa batalla seguirá luchando para que lo incluyan o que al menos le den la importancia que se necesita.
Además, se requiere que quienes saben y conocen del tema, los historiadores (para eso se han quemado las pestañas escribiendo e investigando), sean los que nos orienten y les enseñen a los jóvenes. Estoy segura que si hoy les preguntan si saben qué es el bicentenario, muy pocos, me atrevo a asegurarlo, no lo sabrán. Si ignoran eso, mucho menos entenderán lo que ese hecho ha representado en nuestra historia. Como dijo Lincoln: “Pueblo que ignora su historia, pueblo que está condenado a repetirla”.
Cabe anotar que en este tema también los números hablan. Ya han pasado siete meses y el decreto que reglamenta la creación de una comisión de expertos para la conmemoración del bicentenario de la independencia nacional, la cual se encargará de definir las actividades para la conmemoración y celebración del bicentenario de la independencia que se realizará el 7 de agosto de 2019, no se ha firmado. Es decir, que sin el número del decreto y sin su implementación estamos sin una cosa y sin la otra.
Ver: Decreto Comisión del Bicentenario
El Gobierno nacional no avanza en estos temas y tampoco deja que los historiadores sean lo que comanden el ejército para que la historia se cuente bien, la conmemoración se haga con hechos que trasciendan y que los dineros que se han destinado para el bicentenario no queden en manos de los que aprovechan la coyuntura para prometer obras, de las cuales no se han visto ni los proyectos, ni los estudios. Además, a 19 meses del 7 de agosto de 2019 es casi seguro que no se alcanzarán a llevar a cabo en su totalidad.
¿Cuánto más tendremos que esperar?, ¿cuántas reuniones más se deben llevar a cabo?, ¿cuántos dibujos más se deben ver en las redes sociales? y ¿cuánto más tendremos que escuchar a través de los medios de comunicación a nuestros historiadores solicitar (que no debería ser) que los gobiernos que han tomado el bicentenario como un caballito de batalla en busca de la utopía, sigan dándose cuenta que el tiempo va pasando y que “mucho toque toque y de aquello nada”?
