El fútbol es considerado no solamente un deporte de masas, sino uno de los fenómenos sociales más trascendentales de la actualidad. Posee características tan fuertes que causa amores, euforia, tristezas, luchas, y variadas celebraciones, sin distinguir límite alguno. Este juego traspasa las fronteras de la cancha, pues se amplifica hacia la tribuna y la calle como espacios en donde se respira el balón pie con ardua pasión.
En el país se vive este deporte de una forma activa, aunque sus fanáticos no tienen edad, son los jóvenes el grupo etario mayoritario quienes son los más enamorados del fútbol, ellos durante todo el partido se dedican a saltar y a cantar a ritmo de vítores y alabanzas al propio equipo. No existe un color o un estrato específico todos se unen alrededor de una insignia, una pasión, una razón y un sentimiento.
Por tal motivo, es comprensible que las pasiones de la afición crezcan con cada minuto jugado. Lamentablemente de nuevo la violencia arruina el disfrute del fútbol. En las últimas semanas se han presentado actos vergonzosos de intolerancia al interior de este espectáculo en varios estadios del territorio. Dejando como resultado varios aficionados y uniformados de la Policía Nacional heridos, al igual que múltiples sanciones a lo largo del país que restringirán el goce de este deporte por los hinchas.
Lo que genera varias preguntas: ¿qué se está haciendo para frenar el flagelo de la violencia en el espectáculo del fútbol? ¿Qué sucede al interior de este deporte, que cada día se siguen presentando actos de violencia e intolerancia? Y ¿es esta la única expresión de los espectadores del fútbol en Colombia? Interrogantes que dejan las dos últimas décadas de irrupción de varios grupos violentos causantes de varios muertos y decenas de heridos.
Son muchos los intereses que se “juegan” en medio de un partido, el espectáculo se vive dentro y fuera del estadio, y por lo tanto esta atado su desarrollo con los procesos económicos y políticos del país. Desde esta perspectiva los aficionados encuentran un espacio proclive para extrapolar actos violentos como el mal trato y el irrespeto, siendo estos reflejo de una sociedad excluyente y condicionadora, resultado de múltiples desigualdades, que no deben ser resueltas en el marco de este deporte.
El reto para volver a la normalidad en el fútbol es lograr implementar un plan en el que participen todos los niveles del Estado, a través de la integración de políticas públicas, más que coercitivas y preventivas que son fundamentales y deben ser permanentes, se requieren más acciones lúdicas y educativas. El éxito de la intervención del fenómeno será la transversalidad ante el problema de la violencia y no solo debe ser atendida con una solución policial, necesita diversos operadores y entidades, los cuales deben trabajar en la misma línea y juntos conseguir el objetivo.
De la misma manera, se debe emplear el análisis de las buenas prácticas nacionales e internacionales, para potenciar el fútbol no solo como una acción comercial, sino que se reivindique el deporte de manera fenomenológica en su integración, encuentro, reconocimiento, y como medio de crecimiento social, fortalecimiento de valores y principios en la sociedad. Finalmente, el triunfo y la gloria para algunos, no puede significar la muerte y la derrota de otros.
*Alumno del Curso Integral de Defensa Nacional (Cidenal 2023) y Curso Estratégico de Seguridad Pública (Cesep 2023) para ascender al grado de Brigadier General de la Policía Nacional.
