Los colombianos hemos estado inmersos en una discusión en los últimos meses, ¿Sí o no? ¿Perdón o continuación de la “guerra”?, este es un tema del que no se puede dejar de hablar en el almuerzo con los compañeros de oficina, de universidad, vecinos, familiares y que ha dado cabida a un sinnúmero de desentendidos porque, como es típico, las personas siempre quieren convencer a sus semejantes para que estén de acuerdo con sus consignas pasando por encima del respeto a las opiniones diversas.
Bien, en una de las ya mencionadas conversaciones que todos hemos tenido, es innegable decir que a partir del triunfo del “NO” el domingo pasado, toda la maquinaria electoral y fuerza política de Álvaro Uribe se ha fortalecido de una manera imperial, hoy en día estamos a la espera de lo el ex presidente considere conveniente, y lo más conveniente es que ponga uno de los suyos en la casa de Nariño para 2018, y como no decir que su mejor carta hoy por hoy es el ex procurador Alejandro Ordoñez, miembro acérrimo de la Fraternidad de San Pio X, una congregación católica donde aún se da misa en latín y de espaldas a los feligreses, profundamente conservadora y homofóbica, si bien esto es respetable no es conveniente ya que una posición de poder exige más flexibilidad, requiere que se arrope a todo tipo de comunidades diversas y minorías excluidas y normalmente olvidadas.
Tomando en cuenta lo anterior y si se pregunta a un ciudadano del común no Uribista ¿cree usted que Alejandro Ordoñez pueda ganar la presidencia en 2018? La respuesta esperada será ¡NO!, las razones son varias como por ejemplo: “la comunidad LGBT no apoyaría este candidato”, “las iglesias cristianas no votarían por él”, etc. Pero haciendo un análisis más profundo esta posibilidad no esta tan alejada, la ultraderecha le daría un apoyo ferviente, seguramente se integraría más a las iglesias no católicas bajo la consigna del rechazo a las minorías y a la familia no convencional y con el gran poderío sufragante de Uribe todo esto se podría dar.
Finalmente he preguntado “En una hipotética segunda vuelta ente Gustavo Petro y Alejandro Ordoñez, ¿Por quien votarían?” la respuesta más diciente que recibí fue “Es como elegir entre morir apuñalado o morir a tiros”, y yo prefiero morir, figurativamente hablando, de cualquier manera antes de tener como presidente a la mismísima encarnación del Fray Tomas de Torquemada.
