Tenemos un país recolonizado por trasnacionales que se han instalado a lo largo del territorio nacional. El 60 % se encuentra concesionado para explotar hasta la saciedad los minerales, muchos de ellos representados en el amarillo y azul de la bandera.
Aquel incandescente verbo expresado en la frase de: “Si dejáis perder estos momentos de efervescencia y calor, si dejáis escapar esta ocasión única y febril, antes de doce horas seréis tratados como sediciosos; ved los grillos, los calabozos y las cadenas que os esperan”, ha sido apagado con la represión y con la alienación mediática. Los “José Acevedo y Gómez”, son ahora encarcelados con falsos positivos judiciales. Los grillos y los calabozos albergan a más de 9.000 prisioneros políticos.
Las alcabalas son verdaderos juegos de niños, cuando se les compara con las formas terroristas en que los bancos quitan viviendas, proyectos de vida y dignidades. Los bancos ahora no le tributan a un rey, sino que ellos mismos se han autoproclamado reyes.
Qué independencia podrán gritar aquellos padres que han vistos a sus hijas violadas por soldados norteamericanos. O aquel campesino que mira con nostalgia lo que ayer fuera un hermoso jardín frugal, y hoy se haya convertido en un vasto campo de palmas africanas plantadas como soldados. Qué grito podrán dar los cientos de miles de refugiados, exiliados y migrantes que tuvieron que salir del país señalados por el conflicto o acorralados por el hambre y la desesperanza.
Ciertamente, la celebración del 20 de julio es, más que una celebración, un pretexto para desempolvar la bandera, o ponernos nuestra camiseta de la selección Colombia y el sombrero vueltiao'. Se trata, por el contrario, de volver a entender el significado de esta fecha y comprender que la independencia es, ante todo, un proceso que trasciende simples fechas históricas.
Olvidamos que esta fecha recobró fuerza y significado cuando muchas banderas del movimiento social y popular la empezaron a reivindicar en los últimos años. Parece que a muchos se nos olvida que por condiciones similares se luchó una vez hace más de 200 años. ¿Será necesario, entonces, pensar en una segunda y definitiva independencia?