Líderes políticos colombianos están llegando al límite del descaro desafiando las reglas de transparencia que sus partidos deberían adoptar. Es como si algunos jefes de los partidos colombianos se sintieran por encima de toda norma y, por consiguiente, superiores al resto de la población del país. Lo que está sucediendo con el otorgamiento de avales para las elecciones de autoridades regionales en las elecciones del próximo mes de octubre, se está convirtiendo en un verdadero desafío de sectores que ostentan el poder frente a 48 millones de colombianos. Lo grave es que parece estarse dando en América Latina casos similares o aún más graves, como en Guatemala y en México, donde han pedido amplias masas de guatemaltecos la renuncia del presidente de la República o donde algunos columnistas temen por la democracia mexicana en sus próximos comicios electorales.
Por ello es de gran importancia para Colombia y para muchos países latinoamericanos, seguir muy de cerca lo que seta sucediendo en España. Dos nuevos partidos, uno de izquierda y otro de derecha, Podemos y Ciudadanos, han derrotado en las pasadas elecciones, a los partidos tradicionales en España, el PSOE y el PP. Más aún, dos mujeres parecen simbolizar ese cambio, y pueden llegar a manejar nada menos que a Madrid y Barcelona, afirma El Tiempo. No ha sido de un día para otro el surgimiento y sobre todo la consolidación de estas nuevas fuerzas políticas, sino el resultado de un trabajo paciente de recoger la profunda insatisfacción de los españoles ante las crisis económicas, las malas políticas públicas y la corrupción de muchos de sus tradicionales dirigentes.
En Colombia por la forma como históricamente se ha manejado la economía alejada en lo posible de zarpazos de la politiquería, lleva a que no se pueda hablar de crisis económica, pero sí de una seria desaceleración de la economía y de la aberrante concentración de los beneficios del desarrollo. Sin embargo, los últimos embates de una prematura candidatura presidencial cuando se es parte del Gobierno, puede empezar a construir algo que no hemos tenido, "populismo macroeconómico". Es decir, la utilización de recursos públicos para objetivos políticos particulares. Blanco es, gallina lo pone y frito se come. Primera luz roja.
Pero la segunda y más evidente luz roja que debe empezar a saturar a la opinión pública del país, la constituye la situación de la mayoría de los partidos políticos en Colombia. Son máquinas electorales, y ahora más que nunca, sin ningún escrúpulo cuando de seleccionar candidatos se trata. De manera creciente, de elección en elección, el país atónico confirma cómo cada vez más sus representantes son personajes llenos de voto, de dinero raro, y con un historial que avergüenza a esta sociedad. Y los partidos lejos de rechazarlos los acogen porque les garantizan ganar elecciones. El resultado ya tiene datos, cifras espeluznantes. Ya todas las regiones de Colombia, con muy pocas excepciones, están marcadas por la corrupción política que como afirma Elizabeth Ungar, directora de Transparencia Internacional sede Colombia, es "la madre de toda la corrupción".
Por ello llegó la hora de mirar a España y preguntarnos si los "Ciudadanos" de nuestro país sí "Podemos" derrotar estos partidos hegemónicos, sin ideología, sin ética. El expresidente Alfonso López decía que en Colombia los partidos nuevos morían antes de consolidarse y tenía razón. ¿Por qué? Porque siempre se ha tratado de reconstruir la política colombiana con los mismos. Allí nace una gran diferencia que Colombia debe aprender de España.
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