Mientras Colombia, como el resto del mundo, hace frente a una de las crisis más grandes que hemos tenido que sortear en las últimas decadas (mejor dicho en palabras de Angela Merkel: ''El coronavirus es el mayor desafío para Alemania desde la Segunda Guerra Mundial), el presidente decidió implementar su día sin IVA, haciendo que miles de personas violaran todas las medidas de aislamiento preventivo.
¿Qué sentido tuvo entonces que miles de personas perdieran sus empleos, con el fin de prevenir el incremento de contagios, si al final todo se dañaría en un día? De verdad, este evento nos dejó dos cosas muy claras.
Primero, para el gobierno las aglomeraciones por parte de personas que salen a protestar porque el alimento ya escasea están rotundamente prohibidas, pero las que favorecen a otros sectores económicos de Colombia están completamente permitidas, aún si son a expensas de la salud del pueblo colombiano.
Segundo, que el pueblo colombiano prefiere contagiarse de coronavirus y poner en riesgo su vida antes de perder la oportunidad de hacer compras a precios mucho más bajos.
En fin, pronto sabremos cuántos infectados provocó este evento, que tal vez en un futuro sea recordado como el viernes negro de Colombia.