Una película, Before Midnight (“Antes de medianoche”), que hace parte de una trilogía sobre distintas etapas de la relación de una pareja, plantea a través de muchos diálogos y poca acción, un tema de fondo: ¿Será que el amor entre hombres y mujeres similares en su formación, cambió y nosotras no lo hemos entendido? Aquellas mujeres que hemos tratado de combinar los viejos roles de ama de casa, madre y responsable del cuidado de la familia y tener además una exitosa carrera profesional, siempre hemos planteado, y me incluyo en ese grupo, que el problema radica en que los hombres no se han podido ajustar a las nuevas realidades que definen la verdadera vida de la mujer actual. Repetimos hasta el cansancio, que son estos valores patriarcales que no dejan a las mujeres asumir el rol que realmente desean en el siglo XXI. Y allí nace el conflicto.
En nuestras sociedades desiguales la visión arcaica sobre los roles de hombres y mujeres, claro que sigue siendo una realidad en muchos sectores donde no existen las mismas oportunidades para los dos sexos. Es necesario recordar que basados en estadísticas de universidades como Harvard, por ejemplo, no hay en el mundo un solo país por desarrollado que esté, donde exista la verdadera equidad de género. Sin embargo, ¿qué sucede entre parejas con igual educación, provenientes de mundos que consideramos desarrollados? ¿Cómo perciben el amor, tanto el hombre como la mujer? Y, ¿cuáles son las razones que pueden explicar sus permanentes conflictos? La película es densa y no da respuestas lo que la hace maravillosa porque es inevitable seguir el debate, que puede llegar a ser de interés universal.
Es imposible salir de ver esta película y tomar un café hablando de política. Es imprescindible tratar de encontrar explicaciones a una situación en la cual el hombre le repite sin cesar a su compañera que la ama, que no tienen la menor intención de romper esa relación que le costó tanto encontrar y que lo único que le pide es que lo entienda. Pero ella, en medio de unas vacaciones paradisíacas en casa de un reconocido escritor, en Grecia, no está tranquila, reclama todo el tiempo por los conflictos que viven las mujeres actualmente. Él es un escritor muy exitoso, que permanece en casa cuidando a sus pequeñas gemelas mientras ella sale a trabajar. Pero él quiere estar más cerca de su hijo preadolescente de su primer matrimonio, lo que significa vivir en Estados Unidos. Ella por el contrario, no quiere salir de Europa porque ahora tiene un trabajo maravilloso que no va a sacrificar. Él le repite que ella tiene todo, su amor, su dedicación y dos hijas maravillosas. Él le pide comprensión para encontrar soluciones y ella no cesa de demostrar que está afectivamente insatisfecha. ¿No será que ella sigue pensando en ese amor romántico, lleno de flores, de velas prendidas, de caminos de rosas como preámbulo a una noche inolvidable? ¿Eso que sin excepción nos siguen vendiendo en todas partes?
¿No será que en esta vida convulsionada del siglo XXI y entre parejas con ambiciones similares, las expresiones de amor cambiaron? Y lo más desconcertante es que esta película plantea algo que se observa en casos aún excepcionales: un hombre que ya no se cuestiona nada porque tomó la decisión de que esa era la compañera que quería, y su manera de expresarlo es dejar de cuestionar la relación en sí. Sin embargo, nada satisface a una mujer que parte del supuesto de que el conflicto nace de que ya no es la mujer tradicional cuando realmente esa característica es la que ha convencido a su pareja de que no quiere buscar más.
Antes de que me crucifiquen las mujeres simplemente dejo la pregunta: ¿será que el amor, su forma de expresarse entre seres similares en sus ambiciones, es otra y algunos hombres, pocos todavía, lo han logrado entender y nosotras seguimos pensando en el romanticismo de hace siglos que además sí nos convertía en esclavas? Creo que este será el primer capítulo del libro sobre el amor que siempre he querido escribir.
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