¿Y qué será de Cartagena? Ciudades costeras y el cambio climático
Opinión

¿Y qué será de Cartagena? Ciudades costeras y el cambio climático

A la vuelta de 50 años, nuestras ciudades costeras, Cartagena, Santa Marta, Barranquilla, estarán en alto riesgo

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julio 24, 2017
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Ya les conté un poco sobre las características principales del cambio climático, pero hoy quisiera contarles màs sobre su impacto desigual.

Es un hecho reconocido por la comunidad científica que las modificaciones a nuestro medio ambiente natural provocadas por las emisiones de los gases que causan el efecto invernadero impactan de manera muy distinta a cada región del planeta. De hecho, puede decirse que los más vulnerables, los más pobres, son los que más sufren y sufrirán los efectos negativos del cambio climático. En preparación para la conferencia sobre el clima en Copenhaguen (2009), Naciones Unidas organizó nueve foros de diálogo regionales con representantes de los países del sur, para recoger las percepciones de las personas afectadas sobre las causas y consecuencias del calentamiento global en sus comunidades. El consenso emergente es que el cambio climático empeora la situación de la gente, o como lo dijo Katoumi Sifri del Níger, “Muchos ya son pobres. El cambio climático transforma esta pobreza en miseria”.

Los pobres son más vulnerables porque su situación personal ya está sujeta a múltiples factores de riesgo, como la desnutrición o las enfermedades, que reducen su capacidad de adaptación al cambio climático. Su sustento depende en gran medida de recursos naturales o servicios (como la agricultura o la pesca) prestados por ecosistemas que son más susceptibles al cambio climático, y por lo general, tienen peor acceso a la información sobre riesgos, lo que les dificulta responder a tiempo a las amenazas inminentes. Los más pobres cuentan con pocos recursos materiales para prepararse y adaptarse a las condiciones del cambio climático, y aunque son los que más los sufren, están excluidos de los procesos políticos en los que se toman las decisiones que podrían prevenir, amparar, reducir los riesgos o incluso facilitarles el acceso a la asistencia después de un desastre natural.

Ahora bien, aunque el calentamiento global es un desastre causado por humanos, la responsabilidad es de los países industrializados, aun si sus efectos y consecuencias las padecerán los países en desarrollo, y dentro de estas sociedades, los más vulnerables y necesitados, por lo que, dentro del panorama sombrío del calentamiento global, esta desigualdad representa una injusticia de dimensiones globales.

En efecto es una injusticia doble. Los países industrializados, los más contaminantes, están exigiendo que los demás recorten sus emisiones junto con ellos, lo que los países en desarrollo, temiendo por sus frágiles economías, son reacios a aceptar. Su ventaja es enorme, por cuanto han construido infraestructura y sociedades mucho más resilientes a los efectos nocivos del calentamiento global. Así, mientras que los Países Bajos, por ejemplo, han tenido centenares de años para desarrollar técnicas y aplicaciones para proteger el territorio que se encuentra por debajo del nivel del mar de los embates del océano, en otros países como Bangladesh, uno de los más pobres del mundo, con 163 millones de habitantes y sin ninguna preparación para la gestión de desastres, una simple tormenta tropical puede provocar inundaciones que fácilmente llegan a cobrar 150 000 vidas.

No hay que irse tan lejos para entender esta problemática tan compleja: a la vuelta de 50 años, nuestras ciudades costeras, Cartagena, Santa Marta, Barranquilla, estarán en alto riesgo. Colombia es uno de los países más biodiversos del planeta, lo que nos sitúa en una configuración privilegiada por la capacidad de producir comida todo el año y el control sobre territorio, bienes y servicios estratégicos, pero también es muy vulnerable. A raíz de la crisis sufrida entre los años 2010-2012, se pusieron en marcha a través de Colombia Humanitaria y el Fondo de Adaptación, múltiples esfuerzos para mitigar y prevenir los desastres, no solo reubicando poblaciones, sino también creando infraestructura crítica para contener, mitigar y prevenir las amenazas. Sin embargo, el trabajo que tenemos por delante es enorme. Desde los gobiernos y las comunidades locales deben estructurarse todos los planes de desarrollo, la visión de sociedad y las metas de superación de la pobreza DESDE la perspectiva del cambio climático y PARA garantizar la sostenibilidad humana.

Esta situación de impactos desiguales ha causado muchos fracasos en las negociaciones internacionales para encontrar una solución global y justa al desafío del cambio climático.  Sin embargo, la comunidad internacional finalmente encontró en la Conferencia de París del 2015 un espacio que permitió lograr un acuerdo aceptable para todos. Este compromiso consiste en reconocer el principio de las responsabilidades diferenciadas, según la capacidad de cada Estado. Desde esta perspectiva, los países industrializados llevan una mayor cuota de la responsabilidad por el problema, y también por su solución. El acuerdo establece como objetivo común el fortalecer la capacidad de los países para hacer frente a los impactos del cambio climático, por lo cual los países industrializados se comprometen a asegurar flujos financieros apropiados a los países más vulnerables, para apoyar sus acciones de adaptación al cambio climático, en línea con sus propios objetivos nacionales.

 

En la Conferencia de París del 2015 se logró un acuerdo aceptable para todos.
Este compromiso consiste en reconocer el principio de las responsabilidades diferenciadas,
según la capacidad de cada Estado, donde los industrializados llevan una mayor cuota 

 

Este equilibrio entre el sentido de urgencia y la justicia que fue alcanzado en París, logró el balance necesario para convencer a 195 Estados de firmar el acuerdo de París, de los cuales 154 ya lo han ratificado formalmente. La decisión reciente de los EE. UU. de retirarse del acuerdo luego de haberlo ratificado es un golpe muy fuerte a sus objetivos, pero existe un cierto consenso en el sentido de que se trata de una realidad que terminará imponiéndose como lo demuestran estas cifras sin precedentes en la diplomacia internacional para un acuerdo multilateral que se terminó de negociar hace apenas un año y medio.

Mas adelante les hablaré un poco sobre las acciones locales y concretas que habrá que poner en marcha con suma urgencia.

 

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