A lo largo de esta semana varios medios de comunicación han hecho eco sobre la absorción social que han tenido los becarios por el programa de "ser pilo paga" en los círculos universitarios. El programa ha sido lo suficientemente popular que ha generado numerosos debates de diversa índole. Debates que han capturado el interés de la población en general donde desde la Ministra de Educación hasta el estudiante del común han tomado parte de este caldo de ideas.
Caldo que con la típica sazón criolla se ha vuelto un sancocho. Controversias de toda índole donde han convenido en formar una suculenta mezcolanza. Desde críticos puros, existencialistas, que ven un problema como un error del sistema, hasta jóvenes animosos, primíparos en la política que han coloreado las becas con tinte político y han condenando a los beneficiados de traicionar la "causa estudiantil". Todos estos críticos han venido quebrando las ilusiones de 10.080 familias que han procurado buscar que sus hijos accedan a la educación de calidad. Todos estos, en términos clásicos, le han buscado patas al gato.
Como miembro de la comunidad Uniandina me he indignado con los hechos que suceden dentro de mi entorno. Me trastornó el caso de Colmenares, me dolió el debate innecesario que se género porque un día la universidad decidió dar clases al público y ahora me preocupa más que algunos miembros de mi comunidad hayan expresado su descontento de educarse frente a historias de vida diferentes a las de su entorno social.
Así como la inteligencia, o la pilera, no es exclusiva de la condición social, tampoco lo es la humildad, me refiero a la humildad de espíritu. Así como existen genios que han logrado sobresalir enfrentando míseras infancias, existen personas humildes que aún viviendo en la abundancia se han entregado al servicio.
La humildad es una habilidad no cognitiva que se puede aprender. ¡Y que tanto ella nos retribuiría!
Hoy compartimos aulas de clase con personas capaces y becadas. Muchos incluso, más capaces que nosotros. Con ellos que ahora estudiamos seguramente compartiremos lazos laborales en el futuro. Serán colegas y amigos y serán los momentos compartidos hoy que en pocos años nos retribuirán no sólo económica sino personal y espiritualmente.
¡No debemos quedarnos atrás! Hoy en día la tecnología ha logrado generar movilidad social que hoy genera fricciones en las poblaciones sectarias pero mañana generará inclusión y cohesión social si así de la humildad disponemos.
Con una política inclusiva en la educación Colombia ya no será la Colombia de herencias, tampoco será la Colombia de apellidos. El programa ser pilo paga fomentará la Colombia de ganas y de esfuerzo. Y si el dividendo de La Paz es grande, ¡Imagínese el dividendo de La Paz con una población antiguamente pobre ahora educada!
Entonces, no debemos preocuparnos si la vida da muchas vueltas y el día de mañana nos encontramos debajo de la pirámide social pues serán nuestros colegas que humildemente nos extenderán la mano pues así hicimos nosotros cuando ellos estuvieron en su momento allí.