Pensar en los jóvenes por separado para negar una distribución de recursos que garantice el derecho de las mayorías como pretende Ser Pilo Paga —generando una trampa de “crédito privilegio” para unos pocos y profundizando el modelo de educación como negocio— es desestimular a los jóvenes bachilleres a buscar y apostar por formación superior. Lo anterior se debe a que esta no ofrece un panorama de oportunidades viables dentro de las realidades que debemos afrontar los jóvenes de clase popular.
Fortalecer el nivel de las universidades privadas a costa de estimular el secuestro de importantes recursos económicos y humanos del sector público, generando en ello un círculo vicioso de elitización de la educación, es lamentable. ¿De cuando acá los derechos se ganan de forma individual y por concurso?, ¿de cuando acá una política se hace para pensar en cómo pueda surtir efectos en las personas por separado?
Subsidiar la demanda es todo lo contrario a garantizar derechos de manera universal, como debería hacerlo un Estado social de derecho.
Bajo condiciones materiales reales, financiar el sector privado a costa de desfinanciar un sector público en crisis, no resulta estimular la competitividad de este sector público, que administra recursos con las uñas para poder sobrevivir; más bien es financiar el negocio de los privados que gozan entonces de sumarle a su ya poderoso musculo económico una lucrativa financiación con recursos públicos.
Pareciera que el gobierno no entendiera que el Estado está obligado en primer lugar a financiar y estimular las instituciones públicas para garantizar los derechos a la población con la mayor calidad y cobertura posible. Sin embargo, no tienen el mínimo decoro en presentar su concepción de políticas públicas para una sociedad en la que los derechos son privilegios de unos poco$.
Desde la universidades públicas no podemos jugar el juego de enfrentarnos contra las universidades privadas como carroñeros del paupérrimo presupuesto nacional destinado a la educación, que no solo es mínimo en términos porcentuales sino también en términos reales, comparado con la mayor parte de los países de América latina. Es claro que los problemas de presupuestos vienen de la voluntad política que evidentemente está más interesada en financiar los modelos de enriquecimiento privado a costa de dineros públicos.
Es nuestro deber enfrentarnos a las políticas regresivas del gobierno en turno como Ser Pilo Paga, que bajo la pantomima de brindar “oportunidades integrales” a los pilos de bajos recursos, profundiza la elitizacion de lo que debería ser un derecho. Ser pilo no paga si la pública se acaba.
