Las estrellas pueden provenir de cualquier lado, sin embargo, ¿cómo se logra brillar en medio de tanta niebla? Esto es lo que hace a esta historia asombrosamente particular.
Todo comenzó en las silenciosas calles del municipio de El Doncello, Caquetá, un sábado 22 de julio del año 2000. En los acogedores brazos de una gran familia nació una pequeña niña de tez blanca, cabello negro y unos encantadores ojos cafés que desbordaban ternura a quien la mirase.
Así como su tamaño y belleza, fue creciendo en esta pequeña un gran talento: se forjaron en ella unas habilidades increíbles y una pasión inexplicable por aquel deporte que en su tiempo todos tildaban de no ser para alguien de su género. Las personas estaban acostumbradas a la privatización de los deportes y el simple hecho de ocupar la misma cancha o el mismo espacio provocaba múltiples burlas y agresiones verbales por parte de quienes compartían su mismo sueño.
¿Quién podría imaginarse algo así? Ser pisoteado y excluido de su ilusión, de su gran pasión, simplemente por no cumplir con "la grandiosa regla de género y subordinación", planteada de forma que los hombres hacen deporte y las mujeres juegan con sus muñecas. Para este tiempo no solo los jugadores y entrenadores compartían ese pensamiento errado, ella crecía en una familia con esta misma idea mediocre, encabezada por su madre, que se negaba rotundamente a la práctica de este, puesto que no lo consideraba apropiado para una de sus hijas.
Mientras la pequeña niña pasaba las tardes jugando con su inacabable energía en las calles de su barrio se reflejaba en ella una gran alegría. Su sonrisa era permanente y su destreza era incomparable.
Con el tiempo, su pasión y amor por este deporte fueron cada vez más grandes. Todo parecía perfecto, pero no era tan sencillo como eso: tenía una constante lucha con su familia y su madre por ir en contra de "lo correcto", pues no se le permitía practicarlo por ser lo que llamaban "bruto y para hombres".
Transcurrieron así los años y en su mente prevalecía cada vez más fuerte el deseo de triunfar, convertirse en una gran jugadora e incursionar en el fútbol de manera profesional y quién sabe, algún día desempeñar su extraordinario potencial en el Santiago Bernabéu, con las galerías a reventar de personas gritando su nombre como fans aficionados de las grandes ligas.
Con las ganas puestas y la fe intacta, cerca de alcanzar la mayoría de edad se dispuso a toda costa a perseguir su gran anhelo, escapando de casa en repetidas ocasiones y haciendo varios sacrificios para demostrar a todos su fantástica habilidad. Sin importar cuánto se lo impidieran los distintos factores, en especial su madre, ella sabía que nada iba a impedir que alcanzara su meta.
Un día como cualquier otro, con su alegría e ilusión de jugar, se dirigió a una final que cambiaría su vida. Como era costumbre, se ponía su uniforme y antes de salir al campo pedía a Dios la bendición para su partido. En aquel juego fue tanta su destreza para controlar el balón, evadir las defensas y persuadir al arquero que llegó anotar hasta seis goles. Esto provocó la fascinación en el público y despertó el interés de un conocido entrenador que se encontraba entre las graderías, queriendo llevar su talento a gran escala.
Al terminar el partido se enteró de esta contundente noticia que marcaría el camino hacia su sueño. Actualmente, casi a sus 19 años de edad, ha logrado dar un importante paso, que tan solo es un escalón de esta infinita escalera: hacer parte del mejor equipo departamental, representando con mucho honor el Caquetá y dejando maravillados a cada uno de los espectadores que presencian sus partidos.