Esta semana ocurrió de nuevo en Colombia un execrable hecho, que lamentablemente ya se había presentado en los últimos años: una pareja homosexual que andaba tomada de la mano fue agredida verbalmente en el Centro Comercial Andino por un hombre furioso. Este hecho pone otra vez en primera plana una conducta que persiste en el país: la homofobia.
La homofobia existe en Colombia sin ninguna razón. Michael Moore, el genial documentalista estadounidense, dice en su libro Stupid White Men... and Other Sorry Excuses for the State of the Nation!: “Los blancos me asustan ... Nunca fui atacado por un negro, nunca fui desalojado por un negro, nunca un propietario negro me robó el depósito de seguridad, nunca vi un propietario negro. Nunca fui detenido por un policía negro, nunca vendedor negro de autos me vendió un auto de mala calidad, nunca vi a un vendedor de autos negro, nunca una persona negra me negó un préstamo, nunca una persona negra se negó a proyectar mi película, y nunca escuché a una persona negra decir: 'Vamos a eliminar diez mil empleos aquí, ¡que tengas un buen día!'".
En Colombia deberíamos ser “heterofóbicos”, deberíamos estar más asustados y odiar a los heterosexuales. Son heterosexuales los que se robaron el Guavio, Reficar, Cajanal, Colpensiones, Foncolpuertos y Saludcoop, entre otros. Son heterosexuales los que recibieron sobornos de Odebrecht. Son heterosexuales los narcotraficantes, los paramilitares, los guerrilleros, los integrantes de las bacrim y los combos que extorsionan y asesinan en las ciudades. Son heterosexuales Rafael Uribe Noguera, Samuel Viñas, Orlando Pelayo, Luis Javier Velasco, asesinos inmisericordes de mujeres y niños. Sin embargo, son los homosexuales los que más comúnmente son acusados de pedofilia y otros delitos, los que llevan la peor parte cuando se buscan culpables de la degeneración moral del país.
Hay quienes fundamentan su homofobia en la Biblia, diciendo que es pecado, que es una abominación prohibida por Dios (Levítico 18:22). Pero esa misma Biblia dice que puedo vender a mi hija como esclava (Éxodo 21:7), puedo asesinar a quien trabaje en domingo (Éxodo 35:2), o no puedo comer cerdo —grave problema en Antioquia— porque es una animal inmundo (Levítico 11:7). ¿Estarían dispuestos a cumplir todo lo anterior o las sagradas escrituras son solo para usadas como pretexto para discriminar?
También hay quienes arguyen que la homosexualidad no es normal ni natural y sin embargo se equivocan. Paul Vasey de la Universidad de Lethbridge publicó un estudio en 2006 sobre los macacos japoneses. Observó a hembras de esta especie montando a otras hembras y quedó totalmente sorprendido por la frecuencia con la que lo hacían, mientras los machos no tenían nada que hacer. También se ha observado este comportamiento en el albatros de Laysan, que anida en Hawái. Estas aves forman parejas de por vida. Se necesitan dos progenitores para criar con éxito a los polluelos y al hacerlo muchas veces, perfeccionan sus técnicas juntos. Sin embargo, en una población de la isla de Oahu, el 31% de las parejas están constituidas por dos hembras. Estas crían polluelos engendrados por un padre que está apareado con otra hembra. ¿Será que estos animales también son unos “degenerados”?
Somos una sociedad ciega y sorda con los homosexuales. Mientras en buena parte del mundo se les conceden los mismos derechos que a los heterosexuales, en Colombia a muchos les parece más que suficiente que puedan convivir entre la “gente de bien, la gente decente”. Mientras el séptimo arte exalta las históricas luchas de la población LGTBI en cintas como Pride y Milk o sus tragedias como en Boys don’t cry en Colombia aún tenemos en televisión (y en cine, porque hasta película hicieron) a Piroberta, ridículo personaje de opereta que se encarga de perpetuar el estereotipo del gay extremadamente amanerado y vulgar. Y nadie protesta para que lo saquen del aire, como hicieron con el soldado Micolta, porque es mejor seguir burlándonos del diferente, del que no es como la mayoría.
Mark Ruffalo, conocido por su papel de Hulk en el universo Marvel, dijo “Hablar a favor de los palestinos no me convierte en palestino, me convierte en ser humano. Amigo lector, escribir en defensa de la población homosexual, no me hace homosexual. Me hace una persona que está en contra de todo tipo de discriminación. “¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio” dijo Albert Einstein. Lo invito a desarmar sus prejuicios y darse la oportunidad de conocer a la población LGTBI, lo invito con la esperanza de que pronto en Colombia ser homosexual deje de ser un peligro mortal, un pecado imperdonable.