Salir de la zona de confort en cualquier ámbito de la vida de una persona es tremendamente difícil, pues siempre vale más pájaro en mano que cien volando. En la actualidad, la tasa de desempleo en un país como Colombia está rondando los 9.7%, dato poco agradable para los jóvenes como yo que estamos próximos a terminar una carrera profesional.
Una de las definiciones que más me gusta de la palabra emprendedor es: “un verbo que hace referencia a llevar adelante una obra o un negocio. El emprendimiento suele ser un proyecto que se desarrolla con esfuerzo y haciendo frente a diversas dificultades, con la resolución de llegar a un determinado punto”.
Siempre que comparto esta pequeña definición con amigos, familiares o compañeros de trabajo, la interpretan como una utopía, pues al llegar a la parte de “hacer frente a diversas dificultades” cambian su optimismo por un rotundo conformismo de su vida actual.
A mis cortos 23 años de vida he trabajado en varias empresas de diferentes sectores económicos, en donde me he dado cuenta de lo difícil que es para los jóvenes ser valorados económica y profesionalmente por su conocimiento y habilidades. La poca demanda de vacantes y la gran competencia que hay entre los mismos trabajadores han creado un ambiente laboral tenso, hostil y de regateo, como si cada joven que empieza su camino en la larga vida laboral y profesional solo pueda conseguir un trabajo digno si se está en promoción.
El truco está en salir de nuestra zona de confort, tomar riesgos, creer en nuestras ideas por más locas que parezcan. Un ejemplo del poder que tienen los jóvenes a nivel empresarial y de innovación es la ya reconocida empresa Rappi, fundada y gerenciada por jóvenes colombianos que asumieron riesgos para hacer realidad sus sueños y no depender de un empleador tradicional. Como Rappi cada día se crean más y más emprendimientos o proyectos innovadores que dejan en alto el poder de los jóvenes y la eficacia de sus ideas.
No digo que sea algo fácil, pero hoy en día el joven que tiene ese as bajo la manga de salir de su zona de confort y asumir riesgos está destinado a “comerse el mundo”. Solo me queda invitar a todos los jóvenes en Colombia a creer en sus ideas y habilidades pues en ustedes mismos está el presente y futuro de nuestro país.