A diferencia de lo que ocurre en Colombia, donde la participación electoral apenas sí llega a la mitad de la población apta para votar, a las urnas de nuestra hermana República de Honduras acudió en los pasados comicios el 68,58 por ciento.
También a diferencia de Colombia, donde las elecciones suelen ser “ganadas” por la derecha, en Honduras el pueblo logró llevar al solio presidencial a Xiomara Castro, una mujer con inconfundible discurso de izquierda que se propone recuperar el camino que su esposo, Manuel Zelaya, llevaba andado, y que fue truncado por un golpe de Estado de factura gringa.
Lo más significativo del triunfo de Xiomara es que se produjo en primera vuelta y con una ventaja de más de 14 puntos sobre su seguidor inmediato. Distancia tan notoria dio para que a nadie se le ocurriera insinuar siquiera la comisión de un fraude, como suele hacerse cada que la derecha resulta perdedora.
Pero con todo y ese esplendoroso triunfo, que llena de confianza a las fuerzas alternativas que buscan el poder político en Colombia, allí se presentó un lunar inmenso que hace temer por el futuro de las propuestas presentadas en campaña, comenzando por la de convocar al pueblo a reformar Constitución.
Ese lunar lo marcaron 18 de los congresistas que fueron elegidos bajo las banderas de la tolda triunfadora, los cuales terminarán comiendo lentejas en las bandejas de la ahora oposición. ¿Desde cuándo estaban infiltrados?
Ese hecho me hace acordar de Jonatán Tamayo Pérez, el popular Manguito, quien, apenas se posesionó como senador, se confesó ferviente seguidor de Uribe, pese a haber declarado su amor por Petro en las pasadas elecciones y salir elegido por la coalición de la Decencia.
Todo parece indicar que tal experiencia no fue asimilada por el Pacto Histórico, movimiento político alternativo que se ha propuesto, entre muchas otras cosas, depurar las costumbres políticas, pero al cual han llegado algunos personajes que con su historial de vida política no dan cuenta de tener vocación alguna por tal tipo de cambios, como ya lo hemos advertido que pasa en las listas a la Cámara por el Tolima.
¿Será que no aprenderemos? ¿Será que necesitamos de nuevos Angelinos y Luchos para comprender que en cosechas de manguitos nuestra tierra es pródiga y que acabar con ellos solo es posible erradicando los cálculos y asumiendo digna y lealmente nuestros compromisos con el pueblo?
