Para el pueblo colombiano es un orgullo ver cómo nuestros deportistas dejan en alto el nombre del país en diferentes escenarios mundiales. Sin duda alguna, los deportistas que pudieron lograr un cupo en los Juegos Olímpicos de Río 2016 poseen las capacidades y el talento para una competencia de tan alto nivel, en donde es de contemplar el carácter y la fuerza. Sin embargo, el deporte es poco patrocinado por las entidades estatales.
Es lamentable ver el sinnúmero de promesas incumplidas por parte de personajes políticos, e incluso del mismo presidente, como también los escándalos por corrupción de dineros que no llegaron a su fin último: ser utilizados en el deporte. Es inquietante que nuestros deportistas solo puedan salir a flote por recursos propios y solo por su arduo trabajo puedan alcanzar la tan anhelada victoria.
No se pueden dejar de lado historias como las de Óscar Figueroa, quien pudo superarse, a pesar de vivir en un ambiente precario y violento, alcanzando el primer oro olímpico en los actuales Juegos Olímpicos. Óscar llenó de orgullo a todo un país en el instante que ganó la presea dorada. La historia de Caterine Ibargüen, también es para resaltar: ha dejado nuestra nación en lo más alto del podio en el salto triple.
Por otro lado, no es aceptable que Coldeportes se vanaglorie de éxitos que realmente no le pertenecen. Por esta razón, he de citar sus arbitrariedades y fallas en el reciente año como lo han sido la espera que tuvo que padecer el ciclista Fernando Gaviria por más de 14 horas en el aeropuerto el Dorado para poder llegar a Brasil, mientras que Clara Luz Roldan ni se manifestó al respecto. A ello se le suma lo que vivió la ciclista santandereana Ana Cristina Sanabria apodada “la hormiguita”, quien en la competencia no tuvo asistencia como tal de Coldeportes ante una posible caída, ni mucho menos quien le pudiera brindar agua para hidratarse. Y como anillo al dedo, terminada la competencia, tuvo que llegar sola junto con su bicicleta al lugar de hospedaje.
Es indignante ver cómo el gobierno nacional ha estado presionando a nuestros talentosos atletas para que le hagan propaganda al plebiscito por la paz, pero a la hora de responder como debería, en unas mejores y óptimas condiciones de respaldo, los deportistas ya no son tenidos en cuenta.
No es un secreto que en Colombia optar por ser deportista y representar a su país es una tarea ardua y difícil por el poco apoyo por parte del estado. El caso de Yuri Alvearo es el mejor ejemplo: la deportista valluna tuvo que optar por la rifa de un pollo para comprar el traje de Judo con el que debutaría en Rio 2016 y llegaría a ganar una merecida medalla de plata.
Es importante destacar que, como colombianos que somos, a veces solo procedemos a criticar las fallas y errores de los demás y no analizamos el duro camino que este individuo tuvo que confrontar para poder alcanzar el triunfo. Así que por qué no enaltecer el esfuerzo y el sacrificio del otro por querer superarse, y más en el ámbito deportivo, en donde es de admirar la valentía y entereza por dejar el nombre de nuestro país en alto ante una precaria ayuda del estado en el deporte.