La palabra “Simple” (así entre comillas) tiene diez acepciones en el diccionario de la RAE y su origen latino es la misma palabra “simple”, adverbio de “simplus”. De las diez acepciones citadas, una es más adjetivo notarial que otra cosa, tres son un superlativo irregular de “simplicísimo”: un morfema gramatical, otro argentino (por emparedado) y otro término de uso en medicina.
¿Hasta dónde se quiere llegar? De manera simple se pretende hacer eco a la trascendencia y complejidad de dicha palabra en la cotidianidad y de como ella da cuenta de una forma de vida que llama la atención; porque es la de mayor presencia y la que en últimas, moldea a cada instante que se permanece respirando y transpirando en esta frágil existencia. La vida simple. La simple vida. La simplicidad como opción de vida.
El mundo está lleno de personas simples (suele decirse). En la calle usted se topa con personas simples. O mejor, con seres humanos que llevan una vida simple. Imagine a alguien (que incluso puede ser usted mismo) que desde su niñez optó por llevar una vida simple: una estadística más en el cuadro familiar (el mayor, segundo, tercero o último de los hermanos). Luego en la infancia y adolescencia un dato más en la lista escolar, en el club juvenil o deportivo y la obligante situación de iniciar simples relaciones de noviazgo. Aparece el simple matrimonio y la simpleza de criar hijos simples. Una espiral que reproduce la simpleza como mutación intergeneracional que solo experimenta cambios simples y poco notorios para seguir preservando a la especie de los simples sobre la tierra. La vejez llega con sus cosas simples; el cansancio y las arrugas como simples marcas de la decadencia y el simple final donde lo recordarán como eso: una simple persona que vivió su vida de manera simple.
De lo simple asumido como algo “sin composición” y llevado al plano de la caracterización de una persona, se deduce entonces que lo simple se aleja de la armonía, el orden y de la moderación, a cambio impera lo blando o débil, lo incorregible (por conveniencia) y lo desarreglado (por apariencia). Las personas simples no vienen al mundo a poner orden o a corregir cosas, ellas hacen parte de ese inmenso ejército de seres anónimos sin composición. Así de simple.
Ahora lo simple se interna por el terreno de lo que pudo ser y no fue: las frustraciones. ¿Coincidencias nada más? Quizá no, quizá sí. ¿Las personas simples optan por ser eso nada más o hay un intento vano por salir de ese “cerco imaginario”? Paciencia y conformidad hacen que lo simple se aclimate de por vida. Resistencia dirán los sociólogos comprometidos con el cambio. Adaptación esgrimirán los psicólogos sociales. Es el plan divino según los fervientes devotos de la próxima venida mesiánica.
¿Por qué las personas simples no eligen el camino del desdoblamiento viril que produce placer pudiendo hacerlo? Dos vidas, dos emociones, dos temblores, dos sonrisas, dos orgasmos, dos eyaculaciones precoces, dos polvos infinitos, dos insatisfacciones, dos cuentas de correos, dos celulares, dos escondites, dos enemigos, dos amores imposibles y dos tiempos en una sola persona verdadera.
Ese impulso contenido por pasar al otro lado de la raya. Esa vitrina que impide ser moda y maniquí al mismo tiempo. Ese contemplar hacia el otro lado (el de lo no simple) con la nariz aplastada contra el vidrio mezquino. Eso te convierte en masa numérica, dato de encuesta, ciudadano anónimo de consultas de otros y en mártir de las aspiraciones refundidas en las celdas oscuras de tu propio miedo. Miedo a dejar de ser una simple persona.
Las personas simples viven de manera sencilla, sin complicaciones y dificultades. Toda verdad a medias es una simple mentira. Quizás lo sencillo sea una simple expresión de lo que esas personas consideran que es la vida desde su perspectiva limitada. Lo complicado y lo difícil son categorías que “premian o castigan” a todas aquellas personas simples que se atrevieron a deshacer el umbral donde se mantenían cómodas y anónimas. Ahora, por devorar el fruto prohibido deberán disfrutar de la esclavitud de las cosas materiales, de inventarse mundos paralelos para satisfacerse su propio espejo y a la mirada que los espía por los ventanales; de las angustias de la comodidad y el aburguesamiento (¿Existe todavía esa aspiración?); de la soledad de las multitudes que invocan los precios y el frágil aleteo de la moda y sus efímeras luces.
Que las personas simples son incautas, fáciles de engañar e ingenuas, puede ser una condición que raya en la virtud y no en los defectos. El cristal con el que esas personas contemplan la vida es de una contextura delgada, hecho sin complicaciones y dificultades, ahí radica la esencia de su mecanismo de respiración. Sencillo. Simple.
Coda: Gracias a César Paternina por incitarme a rebuscar este viejo ensayo sobre la simpleza que había dado por perdido y traerlo a esta Orilla, tanto él como yo, nos fuimos hace rato del mundo de los simple y terminamos en la selva de la complejidad adictiva. Algún día saldremos de ella. Simples como los primeros mutantes.