Tiempo atrás, hemos leído y escuchado las voces en contra de la llamada TELETÓN. Si bien este momento puede generar una acción válida para algunos, este tipo de espectáculos mediáticos incitan a reafirmar que la condición de discapacidad es un imploro, un disminución humana, un limitante social.
Según las cifras del DANE expuestas en el año 2013, en el país existe aproximadamente 1. 062.917 personas en condición de discapacidad; cómo podemos ver, esta cifra es un promedio proyectado que puede sobrepasar lo estimado al día de hoy.
La discapacidad no mide territorios, ella está presente en cada espacio geográfico y social del país. Muchas de las personas que hacen parte de esta cifra, y sus familias, exponen las dificultades que impone el sistema en cuanto a la poca información y acceso para asistir a un servicio de atención en salud o a un espacio de acompañamiento educativo; las razones van desde la falta de dinero para el desplazamiento como también los tramites constantes para constatar que existe esa condición, entre otras barreras existentes.
La atención a toda la población en condición de discapacidad no se debe limitar exclusivamente al acto momentáneo, esta debe ir más allá del sentimiento que inspira una silla de ruedas, un momento matizado por una música con tendencia fúnebre, cargado de emociones y expresiones maliciosas. El acompañamiento a esta población no debe cargarse exclusivamente a espacios privados de difícil permanencia debido a los altos costos mensuales, también el estado debe garantizar que cada persona en cualquier espacio del país cuente con asesorías integrales que apoyen sus procesos particulares.
Así pues, en este momento coyuntural, cuando se observa una pequeña parte de la gran imagen nacional de la discapacidad preguntémonos: ¿es amplía la oferta de servicios integrales para poblaciones en condición de discapacidad? ¿Es válido continuar con este tipo de shows momentáneos? ¿Por qué los gobiernos no garantizan programas que perduren en el tiempo y el espacio, con profesionales idóneos? ¿Cuál es mi actitud cuando observo a una persona con estas particularidades en la calle, en la realidad? Y otras preguntas que usted mismo se hará cuando comparta esta posición.
Amigo lector, No confunda la caridad con procesos de acompañamiento, una mirada diferente puede generar un gran salto social, un poder que permite nuevas resignificaciones en el actuar, en el sentir y en el lenguaje porque en ultimas es este el que posibilita exponer lo que somos.
Julio E. Ochoa López
Lic. Educación Especial
