El deseo es la fuente de todo sufrimiento. El deseo es el ego y lleva a sentimientos negativos como la frustración, la tristeza, el agitamiento y la impaciencia. Desear algo es pretender rechazar el destino, que es la armonía del universo; especialmente si se desea algo que no se posee. Pero nadie escapa al destino que el Dios verdadero (Padre de Jesús, no Yahveh) ha determinado para nosotros; por eso, es necedad luchar contra el destino. Nosotros podemos ser seres de luz o seres de tinieblas. Los sentimientos negativos son propios de las tinieblas, y el deseo lleva a los sentimientos negativos.
Por lo anterior, debes anular tus deseos y así hallarás la verdadera felicidad y calma. Jesús nunca habló de que deseáramos cosas; solamente nos dijo que siguiéramos sus mandamientos. Nosotros no tenemos que preocuparnos por nada; solamente por cumplir los mandamientos de Jesús, el hijo del Dios verdadero (que no es Yahveh).
Muchas personas objetan que es imposible anular los deseos, que el deseo es algo natural. Ante esto, hay que decir que muchas cosas que se ven como naturales, no son naturales, sino que se han naturalizado, que es diferente. En este mundo, que está bajo el poder del maligno (como dice la Biblia) no es raro que muchas cuestiones propias de las tinieblas estén naturalizadas, pero que en el fondo no son sino aberraciones ante Dios.
Otras objetan diciendo falazmente que el deseo es necesario para la acción; que sin deseo no puede haber acción; que una persona que anula el deseo, es una persona pasiva. Sin embargo, se puede desear y ser inactivo (ser pasivo), como también no desear y ser activo. Vamos a ver esto con un ejemplo. Supongamos que alguien desea tener más ingresos de los que tiene; sin embargo, es un trabajador independiente, que pudiendo asistir más temprano a su trabajo no lo hace: está deseando, pero siendo inactivo. Mientras que otro trabajador independiente puede no desear nada, sino trabajar porque así su destino lo determina: no desea nada, pero es activo.
Por ende, tu no debes preocuparte sino por buscar el reino de Dios. Lo demás vendrá por añadidura.