En estos tiempos, donde la desinformación reina y sus canales de difusión se han multiplicado, hemos observado que sectores de la sociedad, más específicamente partidos políticos en todo el mundo, se han servido de estos instrumentos para causar confusión, caos y odio.
Es evidente que tras la medida de aseguramiento del expresidente Álvaro Uribe, el país entrará en una división ideológica si se quiere parecida o más radicalizada a la experimentada en el plebiscito por la paz en octubre de 2016. Así se empieza a ver en artículos de opinión discrepantes que circulan estos días por diferentes medios de comunicación.
Algunos, en un desafío de defender "el país que nos enseñaron nuestros abuelos, donde era clara la diferencia entre el bien y el mal, y los valores importaban”, acuden a citas y expresiones de forma anacrónica de pensadores del siglo XX, tratando de llevarlas a nuestro contexto sin ningún fundamento o análisis previo. Aquellos que contradictoriamente tienen en su horizonte las prácticas y costumbres del ayer son los que, desde su posición de poder como “líderes de opinión”, han llevado a vastos sectores de la sociedad colombiana a tomar partido desde un desconocimiento total de la realidad política del país.
Es así que en mi condición de estudiante de Ciencia Política no puedo permitir que personajes como Vicky Dávila propugnen desde su tribuna de “opinión” ideas tan atropelladas y sin sentido como las expuestas en su última columna en Semana. Acá no trato de hacer una defensa del pensamiento de Lenin (citado por la “periodista”), ni consumarme como un exegeta del marxismo, sino de hacer un par de aclaraciones pertinentes. Esto para que el uso indebido de estas expresiones del intelectual ruso no queden a la deriva y tomen forma parecida al fantasma del castrochavismo; fantasma que ha operado una y otra vez en la conciencia de algunos colombianos para decidir acerca de procesos políticos más cruciales.
Una de las primeras ideas abarcadas en dicha columna de opinión es que “hay décadas en las que no pasa nada y semanas en las que pasan décadas”, como tratando de comparar uno de los acontecimientos judiciales más importantes y polémicos de la historia del país con la situación de la Rusia antes de la Revolución de Octubre, donde Lenin señalaba en Las Tesis de Abril y en El Estado y la Revolución las rutas para los procesos de transformación total en el ámbito político, económico y, por ende, social; procesos de transformación en el modo de producción y en la forma del Estado. De pasar de un Estado meramente burgués como aparato represor, a un Estado proletario y luego como tal, a la extinción de este para dar paso a una sociedad sin clases. Esto, señora Vicky Dávila, es una síntesis de lo que usted ha tratado de minimizar en su relato en defensa del finquero más carismático del país, como usted lo ha llamado.
Por otro lado, usted indica que una máxima del pensador marxista es “el gobierno está tambaleando. Necesitamos darle un golpe mortal a cualquier costo. Demorar la acción es lo mismo que la muerte”. Señora Dávila, no se trata de dar muerte a este uribismo 2.0 ineficiente, si es lo que usted está pensando. Se trata de, como repito, dejar atrás los rezagos de la Rusia zarista y del poder dual entre el gobierno provisional y los soviets. De actuar en el momento indicado para llevar adelante la revolución y hacerse del Estado para iniciar el proceso, burdamente acotado anteriormente por la extensión del espacio.
Por ello, invito a la periodista, a sus lectores y seguidores a poner en práctica la lectura y el análisis académico, si quieren, de los hechos políticos e históricos detalladamente, para no seguir desinformando, generando odios y llegando a conjeturas que nada tienen que ver con nuestra realidad colombiana. Señora periodista, cumpla su función, lea para informar.