Queridos paisanos.
No sé qué les enseñan en la Policía Nacional, pero esa imagen de fuerza bruta para reprimir y violentar a quienes acudimos a la protesta como mecanismo para hacer sentir nuestras lucha, propuestas y demandas en pro de un mejor beneficio para todos los colombianos es bastante cuestionable. No somos sus enemigos, entiendan eso.
Estoy seguro de que pocos movimientos sociales pueden decir que han salido a protestar y que no han sido atacados por ustedes (Escuadrón Móvil Antidisturbios). Desde su surgimiento en 1999, cuando nuestra Policía Nacional estaba en proceso de modernización, se empezó mal. De avanzar, empezaron fue a retroceder. Pareciera que ya todos nos tuviéramos el mismo corazón (todos con el mismo corazón).
Sé que ustedes son personas, no animales creados para la lucha y represión. Son parte de nosotros (casi de 3.000). Tienen los mismos derechos y deberes. También el mismo gasto, ¿sabían que ustedes le cuestan al país cerca de 372 mil millones de pesos al año? Imaginasen que les recorten su presupuesto. ¿Saldrían a las calles a marchar? Y si salen, ¿qué harían si sus compañeros los atacan? Impotencia, desilusión, ¿verdad? Así mismo nos sentimos nosotros cada vez que nos movilizamos.
Deben aceptar que la han estado cagando. Las cifras no mienten. Les recuerdo un poco: entre 2002 y 2014 fueron registradas 448 agresiones con la presunta participación de integrantes de la fuerza pública, que dejaron cerca de 3.950 víctimas, entre ellas 137 casos de personas heridas, 91 detenciones arbitrarias, 107 reportes de amenazas individuales y colectivas, 13 casos de ejecuciones extrajudiciales y 2 de violencia sexual (2). Estos datos solo son de los que se atrevieron a denunciar y hasta el 2014. Ya se pueden imaginar, la lista es larga.
Ustedes se enorgullecen diciendo que pertenecen a una de las instituciones más grandes del país, pues demuéstrenlo. Yo estoy seguro de que son muy inteligentes y se han capacitado, aunque no pareciera. El énfasis en la represión y una mentalidad de la Guerra Fría que no ha podido superarse debido a la prolongación del conflicto armado, especialmente por la doctrina contrainsurgente que ha tendido a concebir la protesta social como un repertorio propio del “enemigo interno”, debe empezar a erradicarse.
Si no lo pueden hacer o no se creen capaz de lograrlo, pues desmonten este cuerpo policial. Les doy una pista, deberían empezar con una reforma estructural que desmilitarice y redefina sus funciones, particularmente que reemplace las prácticas orientadas a garantizar la seguridad nacional y el orden público por aquellas dirigidas a salvaguardar los derechos y libertades comprendidas en el concepto de seguridad ciudadana.
No quiero parecer regañón, pero de verdad, si yo fuera ustedes, aprovechando que estamos en diciembre, haría un examen de conciencia de mis actos, de mi actuar y de mi visión a futuro. En verdad lo están haciendo mal. No quiero hablar del mal uso de la fuerza, la primacía de la seguridad nacional y el necesario desmonte. Este último, con los antecedentes que tienen serían argumentos suficientes para sustentar el necesario desmonte del Esmad, sobre todo ante la inminencia de un posacuerdo de paz.
Pero al contrario, personalmente estoy seguro de que existen varias razones para afirmar que es necesario desmontar este cuerpo policial es necesario.
Para terminar, nosotros no somos vándalos, si analizamos ustedes sí lo son: para empezar, la existencia de ustedes no parece ser funcional para el Estado, pues su accionar altamente represivo deslegitima la democracia, el gobierno de turno e instituciones como la Policía Nacional. Incluso se ha llegado a extremos como durante el paro agrario de 2013, cuando el presidente Santos tuvo que pedir disculpas por las agresiones de dicho cuerpo.
Además, tienen una carga simbólica profundamente negativa, pese a los esfuerzos hechos por mejorar su imagen, por ejemplo mediante la integración de una división de mujeres. La presencia de ustedes en las manifestaciones de protesta ya es un dolor de cabeza.
Para terminar, recuerden que estamos en una construcción de la paz, en un escenario del posacuerdo. Esto implica que es fundamental expulsar en forma definitiva la violencia de la política, lo que equivale a garantizar los derechos políticos de todos los ciudadanos.
En consecuencia, como estudiante y cuidando hago un llamado a la reflexión y a la evolución positiva, con el objetivo de avanzar en un desarrollo que nos beneficie a todos.
Con un abrazo fuerte, su amigo estudiante.