Detrás del burladero de la autonomía universitaria que se han arrogado algunos funcionarios, se esconden toda clase de actuaciones en contra de la comunidad, sus potencialidades, capacidades, derechos, voces y sueños. Tal vez lo ha aprendido mucho mejor el vecino de la plaza de toros subido en la libérrima nube de su pensamiento crítico ejercido desde el piso diez de una universidad construida y pagada por trabajadores de cuyas familias salimos la mayor parte de estudiantes y docentes. La manera en que se construye el presente texto tal vez podrá provocar un llamado, de parte de dichos funcionarios, a fortalecer mi autonomía como estudiante, pero es necesario presentarlo.
Antonio García Nossa, uno de los padres de la Universidad Distrital, en su libro La crisis de la universidad, escribió: “La autonomía [universitaria] se relaciona con la facultad que se atribuye a una cierta comunidad universitaria para administrar sus propios recursos —siguiendo el modelo de la empresa capitalista—. ¿O comprende una facultad superior de definir los rasgos académicos, las formas organizativas, la estructura interna de poder y el cuadro de las nuevas profesiones? ¿O la autonomía debe abordarse al más alto nivel de la sociedad y del Estado, definiéndola como una capacidad superior de trazar rumbos históricos de la cultura y la viabilidad política del desarrollo, en un país atrasado y dependiente?”.
García Nossa asimila la primera forma a una simple capacidad operacional y administrativa; la segunda, al concepto de autogobierno y la tercera, como la capacidad de autodeterminación que conquista una comunidad universitaria cuando se transforma en conciencia crítica de la sociedad.
Ahora bien, frente a la autonomía universitaria, la atacada y desatendida propuesta de Estatuto General construido por la comunidad universitaria de la Universidad Distrital resaltaba: "Artículo 5. (…) Autonomía. En el marco de la Constitución Política y la ley, la universidad ejerce la autonomía como una garantía institucional que respalda la capacidad de autorregulación y autogestión y como una manifestación del carácter democrático, participativo y pluralista que propugna por el desarrollo integral del educando en un ambiente donde imperen las libertades de pensamiento, enseñanza y aprendizaje, cátedra e investigación-creación".
Así mismo, Ricardo García Duarte, rector actual de la Universidad Distrital, refiriéndose a las chuzadas del DAS, escribió en revista Razón Pública: “La opinión potencialmente disidente es vista como potencialmente peligrosa. El poder manifiesta su aprehensión paranoica y se siente amenazado por la simple discrepancia democrática, y responde desde su propia manía persecutoria para cercar y presionar a quienes discrepen de sus convicciones”. Y en una mención rápida sobre la comunicación y la representación política señaló que estas hacen parte del mundo del debate público, donde caben o deberían caber la disidencia, la crítica y la impugnación como prácticas de la deliberación democrática.
Ante todo este ambiente de autonomía y esta herencia democrática y crítica a todos los niveles, no pareciera posible que la Universidad Distrital llegara a verse ante una noticia que parece un chiste mal contado: el 13 de febrero, casualmente Día Internacional de la Radio, Univertopías, el programa radial de la reforma universitaria, fue sacado de la parrilla de la emisora Laud Estéreo, en una decisión del comité de la emisora (compuesto por el rector, el vicerrector académico, el secretario general y el director de la emisora). Cabe decir que todo parece indicar que esta decisión se venía tomando a cuotas desde 2017 al reducir el tiempo del programa paulatinamente.
Ante la reclamación, más que justa, hecha por la docente y compañera de la reforma y del programa Olga Castiblanco en este mismo portal, hace pocos días alguien detrás del nombre de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas respondía: “Es precisamente, la autonomía universitaria un derecho consagrado constitucionalmente que le transfiere a la dirección del alma mater la facultad de procurarse sus propias normas y de orientar sus instancias administrativas, culturales y académicas. Esto significa que dicha autonomía le transmite a los órganos de dirección la facultad potestativa de encaminar la programación de la emisora, lo que se traduce en la estructuración cada año de la parrilla; todo ello, con criterios de objetividad periodística, de calidad académica y de perspectiva crítica, algo que significa una autonomía en el universo de las comunicaciones; contraria, obviamente, a los vicios que distorsionan el debate, tales como la manipulación de la verdad, los prejuicios o los dogmatismos en sus distintas variantes”.
Es sencillamente despreciable la demagogia con la cual se mueven tantos pensadores críticos y grandes timoneles de instituciones como la nuestra, que a la hora de la verdad no pueden expresar un poco de voluntad política para, por lo menos, no contradecirse. Es totalmente indignante que en un artículo anónimo se junten, a nombre de nuestra universidad, las menciones a la autonomía universitaria, al pluralismo y a la perspectiva crítica para caricaturizar la mínimamente digna y justificadamente airada reclamación de la docente, llamándola “ruido contra la censura”, e insinuar que quienes hemos construido espacios de trabajo tan arduos como el proceso de reforma o el programa Univertopías estamos llevando el medio comunicativo radial de la universidad a la esfera de la privatización, creyendo que no somos capaces de ver su intención de desviar la discusión.
Estamos orgullosos de decir que hemos acertado en seguir desconfiando de las administraciones de turno, aunque a estas alturas no debiera seguir siendo así. Estamos orgullosos de saber que esta parte de la universidad, la comunidad universitaria empoderada y con dignidad, entiende que sería ingenuo esperar algo de quienes se hacen llamar “la institución” o “la universidad”. Por el contrario, estamos empujando a la historia para que nazcan cosas nuevas desde abajo. Estamos orgullosos de compartir con tantísimas personas los procesos democráticos y comprometidos como el de la reforma y el proyecto comunicativo Univertopías, en aras de superar la limitadísima forma de autonomía operativa y administrativa descrita por García Nossa, tras la cual se esconden y se justifican a conveniencia quienes la toman por asalto.
La presencia de quienes usan el pensamiento crítico, autonomía universitaria, democracia, pluralidad y tantos otros como conceptos —hurgados, exprimidos y prostituidos para ganar renombre y estatus académico— no va a amilanar a tantas personas que están cargándose estos trabajos al hombro, recogiendo las voces de las facultades y de las calles, cocinando nuevas realidades para que no parezcamos una cartelera de cine-parodia, echándole cacumen a las vainas para quitarles tantas paradas que las detienen y ponerlas sobre ruedas, esquivando conejos y ficty-noticias para salir de una democracia que nos venden como la más moderna, de avanzada y cuasi-revolucionaria, pero que se basa en una inspiración semicolonial proveniente de majestades e iluminados, camellando no solo para remediar los dolores de patria sino también para solucionar sus causas, porque nos dicen que debemos sentarnos pero las ideas solo pueden levantarnos (para entender este último párrafo, remítase a los programas).