Habla la que no tiene un sindicato. Soy docente de colegio privado.
Entiendo que ustedes no pueden acarrearse más allá de las responsabilidades de su propio sindicato, que el hecho de hacer parte de lo público los hace merecedores de beneficios a los que los docentes de colegio privado no tenemos acceso.
Si acaso nuestro beneficio es una liquidación por tener un contrato a término fijo (los que lo tienen).
Somos en este momento los que no tenemos voz. Fecode ni ningún otro sindicato nos representa, pero tenemos objeciones y denuncias que se repiten en todas las instituciones privadas y estamos siendo medidos como cualquier empleado sin tener presente la peculiaridad de nuestra labor.
Horarios como, por ejemplo, las 48 horas laborales a la semana, olvidando que es diferente lo que puede hacer un archivador o un contador un diseñador a un maestro.
Además, el trato a la gente emocionalmente desgasta y más aún cuando en Colombia las desigualdades y la violencia intrafamiliar son estadísticas altas.
A todo eso se le suman muchas situaciones de resolución de conflictos y educación emocional por la convivencia diaria, más la labor de la enseñanza conceptual de los contenidos del MEN, que implícitamente merecen tiempo y preparación que no se contemplan como trabajo y tiempo por parte de los dueños de las instituciones educativas; quienes si acaso dan en algunas ocasiones una hora en el horario escolar para preparar una clase, pero sí exigen un planeador escrito que indica los contenidos a trabajar. ¡Eso es tiempo! Y no lo tenemos en nuestro espacio laboral.
Labor que ustedes en Fecode conocen y de la que dan fe que un trabajo como docente conlleva.
Los docentes de colegio privado no hemos podido tener voz. En algunos momentos han salido historias de los abusos cometidos, que no han tenido fuerza.
En este momento de cambio por el paro nacional, donde se están hablando de reformas, nuestro gremio también merece una mirada profunda. Y ustedes, colegas, pueden abrir esa ventana haciendo la mención de cómo somos abusados y sobreexplotados en algunos casos por los dueños de centros educativos privados; donde además también existen auditorías por estándares de calidad absurdas (que también son tiempo) por las que los dueños intimidan y nos maltratan psicológicamente con frases como "aquí lo que llegan son hojas de vida, si no le gusta renuncie".
No tenemos estabilidad laboral y siempre existe la zozobra.
En este momento aclaro "el espacio laboral donde estoy es digno y respetuoso", pero mi denuncia es porque lo viví y guardé silencio en su momento porque tenía miedo.
Mi solicitud de apoyo por parte del sindicato de Fecode es con respecto a los que aún hacen parte de lugares que supuestamente parándose en las leyes son abusivos y denigran a sus empleados.
Fecode, ustedes son maestros y entienden que esto no puede continuar así. No podemos sentarnos en esa mesa, pero ustedes pueden llevar nuestras denuncias para que hagan un grito que también llame al cambio. ¡Todos somos maestros!
Que yo esté bien no significa que no aporte a este momento ideas y me pronuncie, porque podría ser yo nuevamente el día de mañana la que esté otra vez siendo gritada y humillada por administrativos que exigen que se eduque a cientos de niños, pero que esa palabra es poco aplicada por ellos mismos.
Es un momento de cambio en Colombia. Es una transformación profunda la que se necesita en el sistema educativo privado.
Y si este es un grano de arena que aporta a ser un mejor país, sin pensarlo debe hacerse.
Somos todos y somos uno. ¡Somos Colombia!
