La periodista María Jimena Duzán, en su columna del día 2 de marzo de 2018 para Semana, dice: “Duque habla de la democracia como si él fuera Winston Churchill. Pero ni la democracia colombiana se parece a la inglesa ni él se parece a Churchill ni mucho menos su cerco diplomático se puede comparar con la caída del muro de Berlín”. Lo cierto es que ambos comparten varias similitudes.
Iván Duque, mucho antes de ser presidente de la república, ha querido ser quien restaure la democracia en Venezuela y la libere de la tiranía chavista. Quizás, junto a Juan Guaidó, y si el plan de la liberaron del país hermano se da antes de que termine el año, sean nominados al Nobel de Paz. Recordemos que el Nobel de Paz se le otorga a las personas u organizaciones que hayan trabajado en favor de la fraternidad entre las naciones, abolición o reducción de ejércitos existentes y la promoción y celebración de la paz. Duque pretende ser un gran político, como Winston Churchill.
Entonces, ¿Duque se parece a Winston Churchill? La gran diferencia que tienen es el liderazgo, habilidad que le falta a Duque.
Una semejanza entre ambos políticos es la hambruna que provocan en los países que gobiernan. Winston Churchill, en 1943, condenó a Bengala a una época de desnutrición y muerte. Esta región estaba bajo la administración de la corona británica. El presidente de Bengala de ese entonces recibía órdenes directas del primer ministro británico, Winston Churchill. Churchill, como pésimo estratega militar que fue, realizó una maniobra económico-militar que causó la muerte de más de 1,4 millones de personas. Esta “gran idea” consistía en desviar todos los víveres que producía Bengala hacia los frentes británicos que defendían el canal de Suez, en el Medio Oriente.
Más tarde, el gobierno inglés se adueñó de los camiones con insumos, motos transportadoras de arroz y hasta de los elefantes de carga que llevaban alimentos a la población de Bengala. Luego, todos los campos de producción en ese país fueron expropiados, transformaron muchos de estos campos agrícolas en pistas de aterrizaje y uno que otro albergue para prisioneros de guerra o soldados heridos en combate. Churchill no permitió que ninguna ayuda humanitaria entrara a Bengala, impidió que esa población trabajara la tierra, no dejó cultivar. Churchill causó una de las peores tragedias del país.
Ante tanta maldad, muchos líderes políticos indios hicieron protestas masivas. La corona británica, como todo gobierno tirano, reprimió estas marchas de forma violenta. Se dice que fueron más de 60 mil personas detenidas, y más de 2 mil personas ejecutadas.
Los víveres robados no eran en su totalidad enviados a frentes de guerra, sino que también iban a las grandes ciudades del Reino Unido. Todo en nombre de la liberación (sin mencionar las frases que Churchill decía en contra de los indios).
En menores proporciones, pero igual de grave, es la hambruna en Colombia. En La Guajira, donde el año 2018 murieron 38 niños por desnutrición, la situación va encaminada a empeorar. El panorama no ha cambiado desde que la nueva administración llegó al poder. Duque asumió el mando hace varios meses, ya es tiempo de que el presidente ponga la mira en Colombia.
Iván Duque actúa igual que Winston Churchill en muchas zonas de Colombia: se olvida de decenas de municipios azotados por la guerra, dejando como resultado hambre, desnutrición, desplazamiento. Y, tal como lo hizo Churchill, niega estas tragedias, niega el desplazamiento.
El desplazamiento en Colombia no fue un fenómeno de hace años, como lo dicen los políticos negacionistas. Aún hay desplazados por la violencia. En marzo del presente año más de 200 personas cruzaron la frontera con Ecuador, debido a las confrontaciones entre grupos al margen de la ley. Estos desplazados son iguales a las víctimas de abandono que tuvieron que huir de Bengala por culpa de Churchill; son iguales a los venezolanos que llegan a Colombia a causa de la tiranía de Nicolás Maduro. No hay diferencias.
Ahora, con la propuesta de Duque de reactivar el glifosato, los campesinos van a sufrir las consecuencias de este químico que les ocasionará graves males a la salud, y se rumora que incluso puede causar la muerte, como en el año 1994, donde murieron más de doce niños en la región Bajo Naya, en límites entre el Cauca y Valle. Según los campesinos, estas muertes se produjeron por culpa de la aspersión del glifosato. La policía de la época negó este hecho.
Es evidente entonces la afinidad de ambos políticos. “El fin justifica los medios”, la gran frase maquiavélica, es la que hace iguales a Iván Duque y a Winston Churchill.