Señora empanada, ¿me ve cara de Ardila Lule o de Sarmiento?

Señora empanada, ¿me ve cara de Ardila Lule o de Sarmiento?

No le perdono que pase de $500 a $850.000. ¿Usted qué se cree?, ¿una tierra de esas de Mosquera, de las de los hijos de Uribe, que pasaron de la nada a valer millones?

Por: John Jairo León Muñoz
febrero 17, 2019
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Señora empanada, ¿me ve cara de Ardila Lule o de Sarmiento?
Foto: Flickr sstrieu - CC BY-ND 2.0

Quise acercarme, tímidamente, y decirle: la quiero, vea, la quiero. No me importa que usted no tenga carne o que a veces esté excesivamente llena de grasa o que a veces usted me diga mentiras, que es de pollo o cerdo o res cuando viene llena de arroz o viene excesivamente cargada de guiso o diga que es de camarón y efectivamente usted es de un camarón, de un solo y diminuto camarón. La quiero. Putamente la quiero. No puedo controlar esto que siento por usted. La quiero, no me importan sus formas en las que suele encontrar para vivir: pequeñas, grandes, gigantes. Su forma reventada o con sus lados quemados y tostados. No me importan sus texturas, si es de maíz, si es de hojaldre, si viene embebida de aceite, si es de ayer, si es una viejita dura o recién salida de la paila, fresca. La quiero. No me importa su procedencia: si es valluna, si es del Cauca con su apellido de abolengo: Pipián. No me importan sus rellenos, la quiero. No me importa si viene llena de lechona o dulce de guayaba o queso o chicharrón. No me importa, la quiero. Entienda, la quiero.

Lo que si no le perdono, mi sol, es que pase de valer 500 pesos, el precio como las vende doña Rosalba, a 850.000. ¿Usted quién se cree? ¿Usted se cree una tierra de esas de Mosquera, de las de los hijos de Uribe, que pasaron de la noche a la mañana de valer una miseria a valer millones? ¿Usted se cree un falso positivo? ¿Usted cree que yo manejo el presupuesto de la guerra aquí en Colombia y que tengo los bolsillos repletos de fajos de billetes? ¿O usted cree que yo soy turista y no sé de dónde viene y me cobra lo que se le da la gana? Tampoco mi sol, tampoco, no abuse. Es cierto, le he demostrado mucho mi sol, pero tampoco, le he dicho que la quiero, pero tampoco abuse. ¿Usted cree que yo tengo todo ese dinero para pagarle las delicias de las que está hecha? Yo no soy contratista de la Ruta del Sol ni amigo de los contratos de los buses a gasolina de TransMilenio del alcalde Peñalosa. ¿Me vio cara de Nule o de Odebrecht o de contrato de comedor escolar? ¿Me ve cara de Ardila Lule o de Sarmiento? Tal vez no fue usted la que se puso ese precio y este en una trata de empanadas, y no lo sepa, y la tengan encerrada en una vitrina sin bombillo y, seguramente está fría, tiritando.  Si es así, si usted está encerrada contra su voluntad, hay que hacer algo.

La miro fijamente entre el vidrio de la vitrina que nos separa, como quien mira con los ojos del enamoramiento, con deseo, quiero ir por usted y morderle sus puntas, su barriga. Como si hubiese estado mucho tiempo en cautiverio y con hambre de esas atrasadas. Esos ojos del deseo y del amor y de las ganas, existen. Los he visto, yo mismo los he tenido, yo me he quedado viéndolos frente al espejo. Yo la quiero y lo diré muchas veces, no me importa que lo sepan: la quiero, la amo, usted es el amor de mi vida. Soy cursi y qué. Así que no quise quedarme con las ganas, no quise verla más encerrada y que usted siguiera haciendo parte del cartel de la empanada, así que me dije: voy por ella, a liberarla, por su jugo y ojalá pueda disfrutarte con guacamole, ají o una salsa de ajo o de tomate o la típica rosada. Ojalá mientras te muerda, el aceite en el que te bañas se escurra por mi mano y llegue a mí antebrazo y pueda sacar mi lengua y chuparte. ¡Qué rico! ¿Cómo hacer para estar con lo prohibido? ¿Cómo morderte y no quemarme? Cómo debió sufrir Romeo y Julieta de Shakespeare o Leonardo y Felipe en El Beso de Dick de Molano. La sociedad no deja amar, son envidiosos de los deseos de los otros ¿Raptarte? ¿Liberarte? Y que otro u otra te coma ¿Y si tú no quieres conmigo? ¿Y si te como muy rápido? Suavecito, debo ir con mordisquitos pa’ disfrutar del sabor, de lo que estés hecha.

¿Infringir la ley, violar el código de policía? Para rescatar al amor de mi vida, a mi cucurrucucu Paloma, a mi tesorito. Y si organizo una marcha para tu rescate y le digo a Fajardo que la lidere. Tal vez por la empanada si tome partido, aunque pensándolo bien, no creo. Una vez le pregunté qué prefería más, si la empanada o la arepa y me dijo: no me haga esas preguntas que me compromete, mijo. Hacer carteles mientras se marcha que digan: “Mi empanada de los sueños, amanecí con ganas de comerse de un tacazo”, “tú, el ají y yo el trío perfecto”, “te perdono que no tengas nada por dentro, lo que no perdono es que me muerdas sin ají” o vociferar arengas, mientras se marcha: “¿quiénes somos? estudiantes. ¿Qué queremos? Empanadas”. O el otro camino es armar una comisión de rescate de la empanada y que sea liderada por: Marta Lucía Ramírez, porque las empanadas a veces son insípidas y acompañada por el fiscal Martínez, porque hay empanadas que no tienen el relleno que dicen tener… Y que sean ellos los abanderados de esa causa humanitarias, que más humanistas que ellos.  O lo otro es ir por el pasamontañas, las botas pantaneras, las gafas y llevar descubierta la boca y ponerme un brazalete en la mano derecha que diga EUC (Empanaderos Unidos de Colombia) y caminar sigilosamente y esperar el momento y tomarla como en pesca milagrosa y ¡zacate! Cargar varias servilletas por si está caliente la empanada y agarrarla con ganas, con fuerza, con más ganas que con fuerza y zas, morderla, devorarla. Revivir el episodio cuando Alex va con su pistola y su moto en la virgen de los sicarios y se dirige a matar, esta vez será igual, el mismo ritual, solo que esta vez se desaparecerá, a mordiscos, como si fueran balazos, la empanada de la vitrina y si quedan ganas ir por otra y otra y otra y si es de morir lleno de vos, pues a morir de amor.

…Y raptarla y hacerla mía, tenerla en mi estómago para siempre y decirle: te extrañé, mi sol, mi gordita. Y decirle: “me gustas cuando callas porque estás como ausente”. Y si me pillan robándote o comiéndote: a negarlo. Negarlo como quien tira la piedra y esconde la mano, negarlo como uribista y decir: esa grasa que tengo en la boca no es mía; yo no apoyé a Hidroituango; yo no maté el río Cauca; yo no apoyé a Santos en su presidencia; yo no quiero la guerra, el que quiere la guerra es Santos, es Petro, no yo; los jóvenes de Soacha no existen; ¿Cuál Agro Ingreso Seguro? Farsantes. Y seguirlo negando: El vestido no es de Fomi. Y mientras todo eso pasa, el río Cauca y el Amazonas y el Magdalena estarán secos y nos lo estarán devolviendo empacados en botellas plásticas de 3000 pesos y después pueden ser 850.000. Y mientras todo eso pasa los impuestos pa' respirar estarán cada vez más por las nubes.

 

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