Apreciado León, siempre leo sus notas con inmenso interés, pero en esta ocasión, al comparar a Trump con Uribe parece que usted se dejó cegar por el odio.
Para empezar hago una aclaración: yo, además de colombiano, soy ciudadano norteamericano y voto en ambas elecciones. Y aunque siempre he votado por Uribe y ahora lo haré por Duque, jamás en mi vida lo haría por Trump.
Aquí van las razones. El conservatismo estadounidense es muy diferente al colombiano. Allá soy demócrata registrado, tengo carnet y por tal razón ayudé a elegir a Obama dos veces. Ver: ¿Es parecido el progresismo de Obama al de Petro?
Mis opiniones sobre Trump las expresé antes, puede leer mi artículo ‘Fuego y furia’ y la ira contra Trump, en donde termino comparándolo con un enfermo mental.
Estemos o no de acuerdo con Uribe, debemos aceptar que tiene una formación política, mala o buena, pero definida.
Por el contrario, Trump carece de ideario político. Primero, fue demócrata y ahora es republicano. Heredó una gran fortuna y se ha dedicado a administrarla. Eso sí, es un excelente animador de televisión, que le llega a la gente, a tal punto que sería comparable a nuestro inolvidable Pacheco. Sin embargo, un buen día, él dijo que sería presidente de la república, la gente creyó que era uno de sus chistes y el pueblo entero se carcajeó hasta más no poder.
No obstante, cuando prometió expulsar a los mexicanitos, el lumpen proletario gringo lo tomó en serio y le ocurrió lo mismo que a El Dictador de Chaplin. La gente empezó a correr detrás de él. ¿Alguna vez usted vio una película de humor? Se la voy a contar: el protagonista echó un discurso, tomó esa bandera y la multitud lo siguió. Él se asustó y tiró el trapo lejos, pero la muchedumbre la colocó en sus manos de nuevo. Era demasiado tarde para renunciar, así que al final terminó gobernando al país.
La cabeza de Trump es coca como una maraca y cuando la mueve solo se oye el sonido de las monedas. Ni siquiera tiene ideas religiosas: va a misa solo para exhibir a su mujer con el último vestido. Eso sin olvidar que posee un extenso prontuario de mujeriego, acosador sexual y amigo de prostitutas, que en sus compañías de construcción jamás emplea afrodescendientes y cuando un proveedor le pasa una factura de cobro, de inmediato la entrega a su ejército de abogados para que la birle.
Por el contrario, nuestro expresidente respeta a su única mujer, paga sus deudas, tiene una formación en derecho de una prestigiosa universidad, va a misa con corbata, es un trabajador incansable y no es racista. Es liberal por formación y cree en la libre empresa porque con ella se crea empleos. Él está acusado de perpetrar los crímenes más atroces, pero sin embargo renunció a su inmunidad y está solo en el Congreso defendiéndose de sus detractores y jamás nadie le ha probado nada. ¿Quién hace eso? ¿Será que su piel está forrada en teflón y nada se le pega?
Le voy a contar unas historias que usted no conoce. En los años 60 me matriculé en la facultad de Ingeniería Química en la UPB de Medellín. Mis compañeros de clase hablaban de un muchachito que aún estudiaba primaria y era famoso en todo el campus de la universidad; pues era una especie de ídolo de quien se decía que tenía las más altas notas y a tan temprana edad se aseguraba que iba a ser presidente. Muy sorprendido pregunté quién era, Álvaro Uribe me respondieron. Desde entonces lo admiro, porque se cree un predestinado para salvar el país. ¿Loco, orate, esquizofrénico, genio, criminal? No sé, respondo, pero la historia lo dirá.
También conocí su padre. Como nací en Cartago, yo asistía a la feria de ganados de los años 50, que por esa época era la más importante del país. Él era uno de los grandes proveedores de ganado costeño que traía por tren desde Medellín. En esa época el narcotráfico ni siquiera existía y aún se hacían negocios de palabra. Lo recuerdo como un hombre decente y serio en sus negocios.
Igualmente, tuve la oportunidad de contar con la amistad de un tío suyo, quien me contó que su familia pertenecía a la misma estirpe de general Uribe Uribe, pero el expresidente, quizás por humildad, jamás menciona este hecho.
Hace unos días, durante el fragor de esta contienda electoral, Álvaro Uribe hizo una presentación en una Universidad en Barranquilla y al terminar un grupo de estudiantes lo abucheó. Entonces Gustavo Petro, un hombre más radical e intransigente que usted, protestó y pidió respeto para el expresidente.
Entonces, señor Valencia, ¿si hasta Petro respeta a Uribe, usted por qué no?