Nunca me imaginé tener que pedirle un favor a alguien de las Farc desde la comodidad de mi casa. Y lo digo porque muy seguramente en otras condiciones lo habría hecho. Las mismas condiciones de indefensión y sometimiento en el que muchas personas, a lo largo de tantos años de esa absurda lucha armada, tuvieron que rogar para que no los asesinaran o los despojaran de sus tierras o para pedirles que no los extorsionaran mas, pero bajo la tranquilidad que hoy respiro, creo que pedirle el favor de que no se muera era algo que no me imaginaba jamás.
Y es que sería muy injusto que después de que he dado una lucha por defender el proceso de paz, de tragarme tantos sapos, de polemizar con tanta gente a mi alrededor y que de muchas formas me insultaron, me vilipendiaron, me acusaron y ofendieron con toda clase de adjetivos y calificativos, usted finalmente se muera sin que yo le pueda ganar la lucha para la que me he venido preparando desde que comenzó este proceso de paz.
Si, yo no quiero que se muera porque quiero que usted viva para que sepa que lo puedo vencer en el terreno que es el mío, en el que me puedo defender, en el que conozco, en que el que creo y en el que defenderé con argumentos y sin la violencia que ustedes han pregonado por tantos años y en el que ahora desean participar: la democracia.
Pero al hacerlo tampoco lo hago para defender a una clase política tradicional que por años ha venido causando más muertos desde las entradas de los hospitales, donde se roban el dinero que debe gastarse en salud, que desde las trincheras desde donde ustedes han combatido.
Me alegra que hayan dado el paso a la democracia, lugar desde donde deseo con ansias no solo derrotarlos políticamente, sino derrotar a aquellos que con corrupción han puesto más muertos que ustedes.
No hay duda, el universo se alinea con quienes pensamos que puede haber una Colombia diferente; por un lado la insistencia y persistencia del presidente Santos en el proceso de paz nos quitó el velo a los colombianos, dejándonos ver que el principal problema de nuestro país no ha sido la guerrilla sino el cáncer de la maldita corrupción en la que él propio Santos navega. Y por el otro lado hoy una inmensa masa de colombianos usamos esa importantísima herramienta de las redes sociales desde donde podemos expresar, comunicar, divulgar, compartir y dejar de tragar entero sin que esto nos cueste mayor cosa. Esta será la herramienta que utilizaremos para ganar estas batallas.
Es muy claro; las elecciones del 2018 serán muy atípicas. Por un lado estoy seguro de que venceremos las pretensiones políticas de las Farc de implementar un modelo socialista en nuestro país, pero por el otro intentaremos vencer a la enquistada corrupción que cabalga desde hace muchos años en el lomo de nuestra imberbe democracia y la cual es culpable de la mayor parte de nuestras desgracias.
Por eso, señor Timochenco le pido el favor que no se muera. Usted tiene que ver mi victoria, aquella por la que he luchado y la cual sería injusto que usted no la viera y se muera sin verme vencedor.
