El rector de la Universidad Distrital, Ricardo García Duarte, exhibe cada día un hálito mayor de autoritarismo en el ejercicio de su rol. El fin de semana que acabó de pasar, fue un consumido cazador de peleas virtuales, a través de Facebook principalmente, con profesores del alma máter y varios críticos de su silencio cómplice por la irrupción del ESMAD contra la Facultad de Ingeniería, el viernes 21 de febrero. Pese a las evidencias ha dicho que el cuerpo represor del ESMAD nunca ingresó a la institución, pero no ha publicado algún comunicado oficial sobre la materia en su nombre, a través de las mismas redes donde ha “cazado pelea.”
La actitud de García Duarte fue catalogada por el principal receptor de las calumnias del rector, Frank Molano, con las siguientes palabras: “El problema no es si el rector de la Universidad Distrital se pone bravo y trata a sus profesores como capataz de finca, eso debería dejárselo al uribismo, el problema real es que ante la amenaza contra la autonomía universitaria y la creciente tendencia del Esmad de agredir la protesta universitaria, ¿de qué lado se pone la administración? Aquí no vale retórica y poses democráticas, aquí valen las acciones claras y sin dilaciones.
¿La oficina jurídica está dispuesta a acompañar las demandas contra la violencia del Esmad? ¿Las directivas están dispuestas a discutir la manera en que se están llevando a cabo los protocolos del Esmad?” Lo único que ha dicho García, frente a esto, es mentir, pese a la circulación de videos y fotos que dicen lo contrario: “Hemos sido claros, junto con Alcaldía de Bogotá, en señalar que la Policía no ingresó a nuestras (sic) instalaciones”, afirmó en su red favorita de Facebook.
La comunidad universitaria ha vuelto a recordar que García Duarte sigue implicado en el desfalco financiero de la institución, que sepamos hoy cometido principalmente por Wilman Múñoz Prieto, ex director del IDEXUD, a quien el rector acompañaba a casas de prostitución con dineros de la universidad, según le tocó confesar el año pasado: “una vez fui con ellos, con él y con otros, en plan de pura trivialidad, de pura curiosidad”, dijo. Y esta no es la primera vez que García Duarte sale señalado por su responsabilidad en actos de corrupción, pues ya en su rectoría entre 2003 y 2005, fue expulsado precisamente de la universidad por participar, presuntamente, en hechos de corrupción en ese entonces. Sin embargo, siempre el grupo político que lo acompaña ciegamente en el poder lo ha respaldado. Inclusive a finales del año pasado, al mismo tiempo que Muñoz indicaba que la campaña a la Rectoría fue costeada con plata robada de la Distrital, publicaron un comunicado de exaltación por su reingreso. Este comunicado fue publicado en la página oficial de la institución y en él se reconoce a García Duarte por mantener un “compromiso con la verdad y por su lucha contra la corrupción”.
La verdad es que desde que el grupo político de García Duarte tomó el poder el 2003, entre otras razones haciéndose elegir como una alternativa de cambio frente al poder que tenía el corruptazo Samuel Arrieta , la Universidad ha mantenido estancada la esperanza de cambio; las reformas profundas no se dan (por ejemplo la elección de rector de manera directa no es apoyada por García Duarte, quien no cuenta con un gran respaldo principalmente entre los estudiantes); la estabilidad institucional es un hazmerreir; la corrupción ha sido pan de cada día; y aún así sus aúlicos defensores y el mismo presunto corrupto rector, dicen que hay cizaña para atacarlo, cuando los elementos reales dicen que hay muchos argumentos en su contra.
La godarria senil que hoy maneja la universidad demuestra lo evidente: el remedio salió peor que la enfermedad. No sea obtuso ni maneje la universidad como si fuera su finca: ¡Renuncie rector!
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