El 2014 se caracterizó no sólo por el escándalo de la campaña del entonces candidato presidencial Oscar Iván Zuluaga, sino también por la reelección del actual presidente, Juan Manuel Santos. Hoy, poco más de dos años después, analizamos brevemente la gestión del jefe de gobierno basados en los pilares fundamentales de su bandera presidencial: paz, equidad y educación.
El año pasado dimos pasos agigantados en construcción de paz, el simple hecho de ponerle fin al conflicto armado con las FARC ya dan luces de un país distinto, en reconciliación y con pujanza. Por más de 52 años estuvimos en una confrontación que nos costó la vida de miles y el sufrimiento de millones, pero afortunadamente lo entendimos: no valía la pena seguir matándonos. Ese logro no fue fácil, pero que hayamos terminado el 2016 con la tasa de violencia más baja por causa del conflicto armado, ya es una recompensa inmensa. De tal forma, que si hablamos de paz: Sr. Presidente, lo felicito.
Por otro lado, en materia de educación el país no ha sido un gran protagonista. Eso se deja evidenciado cada año en las pruebas PISA. Aunque este gobierno, en particular, abanderó programas como ‘Ser Pilo Paga’, que a pesar de ser polémicos, ha brindado la oportunidad para que miles de jóvenes de escasos recursos tengan acceso a universidades de alta calidad; nos falta más que voluntad: prioridad. El panorama luce esperanzador, considerando que el presupuesto anual de defensa nacional se reajustará con el posconflicto, porque sin tanta inversión en guerra, la educación podría recibir un buen espaldarazo que la aleje de sus grandes dificultades: cobertura, inclusión y calidad.
Pero, ¿Juan Manuel Santos, qué me dice de la equidad? Sobre este punto no tengo más que críticas, y no es para menos, la brecha social aumenta cada vez más y cuestiones como una reforma tributaria completamente regresiva, hunden mis esperanzas de ver un país más equitativo. Actualmente el peso tributario cae, casi completamente, sobre la clase trabajadora y un despreciable 7% de aumento del salario mínimo no aporta, sino que empeora la situación.
Lo más importante de esto, y ojalá se note a tiempo, es que en un país inequitativo se desmorona cualquier intento de paz y es imposible avanzar en educación. Escogió tres banderas de campaña muy acertadas que le llevaron a la reelección, pero al mismo tiempo está poniendo en jaque el desarrollo y progreso social con sus jugadas maestras en contra de la equidad del país. Afortunadamente Santos aún cuenta con casi dos años para hacer algo a favor del colombiano de a pie, ese mismo que sentirá el aumento del IVA y el mismo que le creyó cuando ‘firmó sobre mármol’ que no subiría los impuestos.