Señor presidente, Gustavo Petro, con el debido respeto por su dignidad como persona y como ciudadano colombiano; por el respeto que le debemos como presidente de la República y por nuestra admiración que le reservamos por su capacidad intelectual: un grupo de activistas y líderes cívicos, con el acompañamiento de algunos senadores, representantes a la Cámara y líderes gremiales, nos hemos reunido para cavilar sobre la suerte del departamento de Nariño.
Y para nadie es desconocido que nuestra región ha sufrido los mal miramientos de los poderes centrales, pero sí hemos sido la fuerza electoral y somos objeto de épicos discursos que nos cifran la esperanza de un presente y de un futuro coherente con la suerte que nos merecemos.
Nuestros antepasados, Pastos y Quillacingas, fueron conquistados por los Incas y nos hicieron parte de su territorio, nos legaron su lengua y cultura.
En la colonia, estábamos del lado de la Corona, nos opusimos a la independencia con el liderazgo de Agustín Agualongo, luchando contra las fuerzas patrióticas de Simón Bolívar.
Hoy somos parte de una Colombia diversa y pluricultural, vivimos los flagelos de la violencia y las economías ilegales. Hoy por hoy somos ese pueblo rebelde que se ve manifiesto en las altas votaciones en favor de la izquierda y del Gobierno del Cambio.
Señor presidente Petro, en Nariño usted obtuvo el 80 por ciento de la votación total, con 600 mil votos, que marcaron la diferencia con el señor Rodolfo Hernández, y que le dieron el triunfo. Su respuesta amable no fue otra que agradecer a ‘Los Vientos del Sur’, mención que quedó grabada en el subconsciente de todos los nariñenses.
Esos 600 mil ciudadanos nariñenses y más, están dispuestos a marchar las veces que sea para defender el Gobierno del Cambio, así como lo hicimos en Pasto, el primero de mayo, en medio de un majestuoso carnaval lleno de colorido, música, danzas, disfraces y coros de defensa de las más legítimas aspiraciones del pueblo colombiano, como defender las reformas a la salud, la pensional, la laboral y de Educación.
En una cadena de afectos, cifrada en lo que usted le ha dado en llamar la política del amor, y seguramente inspirado en las prédicas de Jesús en favor de los más pobres, queremos pedirle que venga al departamento de Nariño, de manera especial a Pasto, para que se confirmen, con su voz y su firma, unos compromisos inaplazables que usted adquirió, y que son una necesidad histórica que le sirve no solo al sur sino a toda Colombia y a Suramérica.
Le pedimos, señor presidente, que se firme el compromiso de adelantar durante lo que queda de su gobierno, la variante Timbío-El Estanquillo, el poliducto Yumbo-Popayán- Pasto; la terminación de la variante San Francisco-Mocoa y sus obras complementarias; y la terminación de la doble calzada Pasto-Rumichaca, en los tramos San Juan-Rumichaca y Pasto-Catambuco. Hay otros temas que queremos charlar con usted y que es importante que se reúna con los gremios para mejorar la economía del Departamento de Nariño.
Es bien cierto que usted, con sus ministros, han venido a regiones de Nariño, como San Pablo, donde se presentó el programa de Reforma Agraria; a Tumaco, donde se habló de la violencia que azota al puerto y la creación de una universidad pública; al Consejo de Seguridad de Samaniego; a Ipiales, donde se trataron aspectos fronterizos.
Señor presidente, venga a Nariño. Se lo pide el pueblo nariñense, Esta vez no son los alcaldes y el gobernador. Es el pueblo de Nariño es el que se lo pide en esa cadena de afectos que nos caracteriza a estos descendientes de los Incas, los Pastos y Quillacingas. Por gratitud con este pueblo rebelde y bravío.
Soy Aníbal Arévalo, y pido permiso para hablar en nombre del pueblo de Nariño, para bogar por el progreso de la región, y creo que no estoy equivocado.