Cuando Nairo gane el Tour de Francia estaremos seguros que los ojos de todos ustedes volverán a posarse en Boyacá. Hablarán de las gestas libertadoras, hablarán de lo increíble de nuestros paisajes; de la pujanza de nuestra gente, y de no sé qué cosas más. Pero una vez pasado el arribismo mediático, darán la espalda y se largarán otra vez, como hicieron después de su supuesta negociación con nuestros campesinos. Como hicieron cuando Nairo les exponía que una de las principales dificultades del deportista colombiano, era el abandono al que ustedes lo mantienen sometido. Volverán a irse. Y no hay problema, tampoco queríamos que se quedaran. Como dijo José Arcadio Buendía: "si vienen a imponer el desorden pueden agarrar sus corotos y largarse por donde vinieron".
Y es que tales contradicciones son inaceptables para nosotros, campesinos de ruana y sombrero. De manos sucias por la “sacanza” (recolección de la papa). De mejillas cuarteadas por el frío de las jornadas en el campo. No podemos concebir que nos haya excluido de tal manera de nuestra pretensión de organizar los Juegos Nacionales en el año 2019. Señor presidente, no pedíamos mucho, solamente organizar las justas más justas en la historia del país, pues si algo se asemeja a los campos elíseos donde reposan los campeones olímpicos, es el campo boyacense.
Con el perdón de mis amigos de la costa, paisas y vallunos, afirmo que somos el departamento más hermoso del país. Que lo diga cualquier turista que haya pasado por estas tierras y haya contemplado nuestros paisajes. Cualquiera que se haya detenido en el puente de Boyacá o en el pantano de Vargas, que haya apreciado la arquitectura de Tunja, que se haya relajado en la playa del lago de Tota, que haya degustado nuestro cocido. Hay que frecuentar otras ciudades aparte de Bogotá y La Habana, señor Presidente.
¿Acaso usted no comprendió la fuerte carga simbólica que para nosotros tenía el celebrar los juegos nacionales al cumplirse el bicentenario de la epopeya libertadora? Queríamos volver a poner a Boyacá en la palestra pública, pues el departamento, como bien afirma nuestro enruanado gobernador, se percibe como abandonado por el gobierno. Por su gobierno. En estas tierras se gestó la libertad de la nación; hubiera sido poéticamente especial que a los doscientos años empezaran a gestarse nuevas hazañas, ahora en el campo deportivo, construyendo paz, preparando a través del ejemplo en la tenacidad y el esfuerzo a nuestros jóvenes, constructores de una nación en paz. Pero no, usted con total donaire nos ignoró y designó el viernes a los departamentos entre los cuales se elegirá la sede. Nuestro total aprecio para nuestros hermanos de Bolívar, Antioquia y Atlántico, de quienes esperamos comprensión por nuestra indignación.
Las necesidades de nuestro departamento son múltiples. Creo que le son desconocidas, señor presidente, pues usted no se ha caracterizado por ser el presidente más social, a pesar de los calificativos de comunista que le han impuesto. Y Boyacá está cansada de tal situación; no mantendremos el silencio a pesar de que para usted no solamente el tal paro agrario, sino el tal departamento de Boyacá no existe. Esta tierra merece respeto, pues aquí el genio de la gloria con cada espiga un héroe invicto coronó. Aquí merecemos más que reconocimientos etéreos y en papel, merecemos lo que nos corresponde, merecemos ser el altar de la patria. No olvide, señor Presidente, que a Boyacá se le respeta.
