La primera campanada la habían dado hace ocho días varios centenares de mujeres venezolanas que procedentes de la ciudad de Ureña literalmente pasaron por encima de los guardias fronterizos y llegaron hasta Cúcuta para comprar alimentos y medicinas.
Un reporte de la versión en internet del diario La Opinión de Cúcuta (5 de julio) entrevistó a una joven que en pocas palabras resumió la tragedia que vive Venezuela desde hace años por culpa de ese par de bárbaros llamados Hugo Chávez y Nicolás Maduro:
"Las mujeres ureñenses decidimos acercarnos al puente internacional para cruzar la frontera debido a que no tenemos alimentos en nuestras casas y nuestros hijos están pasando hambre", dijo la mujer.
Ese mismo 5 de julio, después de abastecerse en Cúcuta, las mujeres venezolanas regresaron a su país y cuando estaban en el puente internacional Francisco de Paula Santander, en un acto de gran patriotismo, decidieron cantar el himno venezolano como para hacerles entender a los guardias de su país que el hambre no tiene color político, que ellos también son venezolanos y que también tienen familias que alimentar.
Hace casi un año Maduro decidió cerrar la frontera con Colombia cuando tres soldados venezolanos resultaron heridos por aparentes contrabandistas y paramilitares que operan en la frontera. Por lo menos 1000 colombianos, entre ellos niños y mujeres, fueron sacados a la fuerza de Venezuela. Seguramente esos niños y mujeres eran los paramilitares y contrabandistas de los que habló Maduro. Señor Maduro: así no se trata a sus compatriotas colombianos. Recuerde que usted también es colombiano.
Pero el domingo pasado todo se desbordó. Con la autorización de los gobiernos de los dos países se abrió durante 12 horas la frontera. Por lo menos 30.000 venezolanos, según cifras de la canciller María Ángela Holguín, pasaron a Cúcuta a lo mismo que habían hecho las mujeres de Ureña: a comprar comida y medicamentos.
Las escenas y los testimonios fueron dramáticos. En Venezuela no hay comida gracias al socialismo del siglo XXI. No hay azúcar ni arroz ni harina. Y medicinas mucho menos. Venezuela es una especie de Cuba aunque en una versión un poco mejorada por aquello del petróleo. En la isla de los Castro los médicos y en general los empleados de la salud son de primer nivel, pero es casi imposible conseguir un mejoral o una aspirina. Venezuela está casi igual. O al menos va para allá a pasos agigantados.
Maduro se resiste a dejar el poder
y como buen dictador, maneja cual marionetas
a los militares y a los poderes judicial y electoral
Así y todo Maduro se resiste a dejar el poder. Él quiere seguir atormentando a su país pese a que las mayorías venezolanas lo detestan como quedó demostrado en las elecciones de diciembre pasado. Pero como buen dictador, Maduro maneja como marionetas a los militares y a los poderes judicial y electoral. El judicial lo utiliza para meter a la cárcel a todos sus enemigos políticos y para constantemente dar golpes de estado a través de burdos fallos de las altas cortes, como el que se ve venir en el caso del revocatorio. Y el electoral, en cabeza de ese lujo de funcionaria llamada Tibisay Lucena, es su arma fuerte para hacer todo tipo de chanchullos en las urnas.
Venezuela, la Venezuela de la gente decente, que son el 99,9 % de los venezolanos, necesita la ayuda de todo el continente. No más silencios cómplices, como el del gobierno colombiano. El único que le ha parado el macho a Maduro es Luis Almagro, secretario general de la OEA, aunque tardíamente. Pero pareciera haberse quedado solo. Hay que pasar de las palabras a los hechos. Recientemente, durante una visita a Colombia, el presidente argentino Mauricio Macri dijo que cuanto antes Venezuela debía ir a las urnas. Esos son palabras y palabras. Maduro a las buenas nunca va a dejar el poder y eso lo sabe todo el continente. ¿Y qué hace Estados Unidos para tratar de ayudar a la crisis venezolana? Bien, gracias. Al presidente Obama desde que le otorgaron el Nobel de Paz lo dejaron maniatado. Desde ese momento no se mete en nada. Atrás quedaron las épocas en que Estados Unidos se preocupaba por los derechos humanos.
Basta ya de tenerle miedo a las bravuconadas de Maduro y su séquito de patanes, liderados por Diosdado Cabello. Basta ya de seguir amenazando con retirarle el apoyo al proceso de paz colombiano si alguien desde Bogotá osa hablar mal de la dictadura de Miraflores. Basta ya de tener que seguir viendo cómo el gobierno de Caracas les da cabida en su territorio a los jefes de las guerrillas colombianas. Basta ya de ese amancebamiento.
P.D. Este jueves Nairo Quintana, el mejor deportista colombiano de todos los tiempos, debería vestirse de amarillo en el Tour de Francia. Será una llegada al mítico Mont Ventoux, una subida de miedo que ojalá sepa sortear el muchacho de Cómbita. Al día siguiente, viernes, habrá una contrarreloj llana de 37,5 kilómetros. Si pasados esos dos días Nairo está por delante de Froome, o al menos cerca en la general (menos de un minuto), podremos decir sin dudas que por primera vez Colombia será campeón de la carrera por etapas más importante del mundo.