Henry Cárdenas atropelló el martes 1 de junio a una manifestante frente al monumento de Los Héroes en Bogotá. La rocambolesca excusa que dio este hombre, dueño de una empresa de transporte, es que su papá estaba conduciendo el auto y que tenía una cita médica de urgencia. Al ver que unos vándalos obstruían la vía no tuvo más remedio que decidir como el propio colombiano de bien: atropellar al que se le pone al frente. Qué cuento de diálogo ni nada, el vándalo que busque cambiar el statuo quo de un país enfermo de desigualdad será borrado del mapa. Acá lo que necesitamos es un presidente que nos permita dar bala. Duque no les sirve, necesitan a un tipo que los represente. Es una lástima que los Castaño no estén vivos.
En este trino del pasado 9 de mayo el empresario, presidente de FedeTranscarga y cercano al uribismo, mostró de lo que está hecho: pide básicamente que se le permita armarse como bogotano para combatir a esos vándalos, a esos pobres miserables:
En su twitter hay foto con Cabal, con Uribe, con Duque. Es devoto de la virgen de Chiquinquirá, creyente de misa diaria. No cabe duda. Es un colombiano de bien. Al menos así lo empezó a mostrar Semana quien, fiel a su agenda política, se pone del lado del poderoso. Ni una sola mención a la salud de la manifestante atropellada. No señores, lo más importante es que el carro fue atacado a piedra por un poco de desarrapados que no se dejan atropellar. Ahora seguro vendrá Néstor Morales a lavar caras, como sucedió con el infame Andrés Escobar, otro empresario de bien que decidió no dejarse amilanar y sacó su pistola a repartir chumbimba a la plebe que camina, que se ha levantado y dicho basta.
¿Habrá alguna consecuencia jurídica para estos periodistas que han decidido ponerse de lado del opresor? Ninguna. La historia nos ha enseñado que se puede simpatizar abiertamente con paramilitares y salir indemnes. Para la muestra los invito a ver esta triste historia de la vida real.
El 1 de marzo del año 2000, 10 días después de que el Bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia mataran en el Salado, Montes de María, a más de 100 personas a garrote limpio, de que después de la matanza los asesinos jugaran fútbol con las cabezas de los campesinos masacrados, Darío Arizmendi invitó a su programa de entrevistas, llamado Cara a Cara, al Comandante Carlos Castaño. En esa tarde este colombiano de bien no consumió ninguna de las sustancias que acentuaban su maldad. Se presentó impecable, con su corbata bien puesta. Para no mostrarse como el fanático monstruoso que era, se aprendió de memoria poemas del comunista Mario Benedetti y hasta dijo que se sabía canciones de Silvio Rodríguez. Arizmendi, sediento de chiva, fue incapaz de contrapreguntar. ¿Para qué? Castaño era la respuesta de los grandes hacendados al problema de la guerrilla, era el mal menor, al fin y al cabo ¿cómo comparar cabezas de campesinos cercenadas con cabezas de ganado robadas? Castaño era la verdad. Ese día, después de escuchar su verbo encendido, las señoras bien suspiraron y no les parecía una idea descabellada votar por él si se lanzaba a la presidencia, que era el plan soñado del asesino, dejar el camuflado para ponerse el traje del político. Entre marzo y agosto del 2000, mes en el que fue entrevistado por Gurisati, las AUC de Castaño perpetraron más de 500 masacres. Eso no fue impedimento para que los medios le lavaran la cara.
La historia es una serpiente que se muerde la cola y hoy vemos como se forman grupos en redes sociales para apoyar a Andrés Escobar, como cientos de miles de personas, aupadas por los medios moribundos, respaldan a Don Cárdenas y se preocupan más por lo que le hicieron al Porsche y nadie pregunta por la salud de la manifestante. El micrófono siempre estará presto para cubrir al rico. Nos fascinan los ricos. Recuerdo el recelo que tuvieron los grandes medios para revelar el nombre de Rafael Uribe Noguera como el asesino y violador de Yuliana. Eso en su momento hasta le dijeron “prestigioso arquitecto”. Por estos vándalos es que la gente se hartó, por ellos y por la alcahuetería de los medios que hoy amanecieron preguntándole a Cárdenas “Señor Henry, buenos días, cuéntenos, ¿cómo le amaneció su Porsche?”
Al parecer el auto quedó magullado y los vidrios rotos (¿no dizque era blindado? También a la gente de bien la tumban). La atropellada, según pudimos averiguar, está en buen estado de salud y manifestando.