Esta es una pregunta clave que debería contestar cada uno de los candidatos a la presidencia de la República 2022-2026: ¿promoverá usted una asamblea nacional constituyente? Así lo plantea Gonzalo Castellanos, en una columna reciente en Las2orillas.
Uno podría meterse a analista de las plataformas políticas y averiguar qué dicen sobre el tema. Pero claro que lo mejor es que todo aspirante diga cuáles son sus intenciones al respecto con sus propios labios y qué tanto pesaría la propuesta estando al mando del Estado.
Esto es si el pacto, coalición o equipo tiene la idea de convocarla. Aunque si no dice ni mu ahora, bien podría impulsarla ya estando posesionado en el primer cargo de la nación. Casos se han visto.
O podría ser que el pueblo mediante masivas manifestaciones exija esta convocatoria, como sucedió en Chile, movilización que tuvo como efecto colateral la elección del presidente Gabriel Boric, un izquierdista que parece haberse moderado en las últimas de cambio.
Como exaspirante a la presidencia me siento un poco aludido y debo decir que respaldamos la convocatoria a una nueva Constituyente.
De paso cabe informar a la opinión pública que el grupo llenó planillas que fueron insuficientes: conseguir casi 600.000 firmas es realmente titánico. Si no lo crees, pregúntaselo a Peñalosa, cuyo grupo, con chequera y todo, tampoco lo consiguió.
El hecho es que el 85% de los grupos anotados no pudo. Otra vez será.
Los vecinales respaldamos una Constituyente que, entre otras propuestas, aborde las siguientes:
• Crear las entidades territoriales vecinales. En primer término, las unidades vecinales. Una unidad vecinal sería, en principio, toda manzana o vereda con 50 o más ciudadanos. Las que no cumplan esta condición, serán anexadas a aledañas que cumplan con el requisito mencionado. Para el efecto servirán datos del último censo del Dane o verificaciones oficiales puntuales. En cada unidad vecinal habrá:
1) un consejo de tres personas que representará el poder legislativo;
2) un representante del poder ejecutivo, que se podría llamar delemán, por aquello de delegado de manzana;
y 3) un representante del poder judicial, que podría denominarse orientador, puesto que no sería específicamente para judicializar, sino para orientar. Todos los anteriores elegidos de manera democrática. Otras entidades vecinales serían los sectores o grupos de unidades vecinales aledañas, y las zonas, conjuntos de sectores.
Cabe señalar que se propone que las autoridades vecinales deberán ser ad honórem y tendrán prohibido endeudarse. En Suiza y otros países europeos existen comunas que tiene menos de 100 ciudadanos y cuentan con autoridades autónomas elegidas por los mismos ciudadanos vecinos. Sin estas entidades de base, seguiremos sin poder popular, sea quien sea el nuevo presidente.
• Asignar el 1 % del presupuesto nacional anual a las entidades territoriales vecinales. Las asignaciones que puedan dar los departamentos, municipios y distritos quedaría a potestad de concejos y asambleas departamentales.
• Establecer el sistema de escrutinio mayoritario para la elección de concejales y ediles de las juntas administradoras locales, es decir, como el procedimiento usado en Francia. En este sistema cada círculo electoral elige un representante del cuerpo colegiado. Se podría agregar la mitad de los diputados y los representantes a la cámara, según una proposición del exsenador verde John Sudarsky.
• Prohibir las valorizaciones generales. Este ha sido un problema reiterativo en ciudades y municipios, y la idea es cortarlo de tajo.
• Establecer un monto o porcentaje del PIB de endeudamiento en el plano nacional. No podemos llegar a extremos como los de Grecia o Argentina, por decir algo.
• Y hay muchas otras en documentos de otros partidos.
Algunas de estas ideas, para quien desee ampliar, se encuentran en libros de mi autoría: Referendo vecinal ya!; Mansanonvratón; El sismario; y En cualquier momento, la inmortalidad; de los cuales puedes ver portadas e inicios en el sitio virtual autoreseditores.com. Y también puedes hurgar en otros libros, en librerías o bibliotecas. Es cuestión de empaparse de estos tópicos.
Una Constituyente mueve los cimientos de un país y del Estado. Necesitamos un motivador cultural de esta envergadura.
Quedamos a la espera de qué dicen los candidatos al respecto. La mayoría seguro no abrirá la boca: se podría alborotar el avispero.
O a lo mejor, como se dijo antes, es bueno tener esta carta guardada en la manga, por si acaso. O pudiera ser que a todos los candidatos la cuestión de la Asamblea Nacional Constituyente le importa un pito. Ya amanecerá...